Las informaciones que llegan de la nueva barbaridad de los fanáticos yihadistas en su afán de conquistar al mundo es que destrozaron tesoros irreemplazables de las antiguas civilizaciones sirias, entre ellas los leones que guardaban las puertas de la legendaria Nínive, la ciudad de Nino, que fue su fundador.
Ya en el pasado sus émulos destruyeron estatuas gigantes de Buda que eran patrimonio de la humanidad y los tesoros de los museos de Irak fueron asaltados. Hay una buena noticia y es que posiblemente gran parte de lo destruido, aparte de los mencionados leones, no eran sino reproducciones, ya que los originales habían sido enviados a otros lugares para protegerlos. Pero eso no justifica esos asaltos a la civilización que los nuevos bárbaros están realizando y muestra el triste futuro que nos espera si ellos llegaran a triunfar.
Lo cierto es que la historia ha mostrado que cuando la barbarie sale adelante es la humanidad la que sufre. La biblioteca de Alejandría fue incendiada bajo el pretexto de que guardaba argumentos que no eran ciertos. La repugnante Inquisición no solo quemaba seres humanos sino también libros y obras de arte. Los mismos ingleses, cuando el país se volvió anglicano, destruyeron tesoros del pasado católico. Y no se diga nada de la persecución de los nazis a lo que llamaban arte degenerado y la de los fanáticos que quieren acabar con todo lo que sea contrario a lo que llaman sus textos sagrados, sea cual fuere la religión que representan. Todo lo descrito, que está siendo mostrado de nuevo en lo que hacen los yihadistas, que no sólo asesinan seres humanos que no comparten sus creencias sino que también destruyen tesoros irreemplazables basados en unas vagas citas, demuestra que las edades oscuras del Medioevo están amenazando con regresar.
Es irónico que muchos intelectuales que dicen defender la libertad de pensamiento y de expresión justifiquen indirectamente la barbarie descrita al no manifestarse y protestar contra esos crímenes culturales. Al callar, en el fondo los están aprobando (ya el refrán español hace mucho dijo que quien calla otorga) y eso muestra que, mientras la barbarie avanza, quienes deberían estar en contra de ella no hacen nada. Quien no protesta contra un crimen, así sea cultural, es en el fondo cómplice, y eso es lo que estamos viendo en estos tristes momentos.