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Las noticias han destacado en los últimos días los problemas que hubo en un acreditado colegio porque algunos estudiantes, aparentemente, se dedicaron a matonear a uno de sus compañeros hasta tal punto que este se abstuvo de volver a clases. Las autoridades del colegio, después de una investigación y de estudiar las pruebas que aportaron los padres de la víctima, decidieron expulsar a los presuntos matones, y así comenzó una polémica que ha sido llevada a los estrados judiciales.
Hay que decir que la matonería es una constante frecuente en muchas instituciones y no solo educativas. Un grupo e incluso una persona acuerpada se dedica a perseguir a una víctima que está en condiciones de no poder defenderse, hasta hacerle la vida imposible. Es evidente que los matones, por su condición de superioridad física o psicológica, son unos cobardes que se aprovechan de personas indefensas. Tradicionalmente, se dice que la mejor manera de luchar contra los cobardes es enfrentarse a ellos, ya que la cobardía se repliega ante una respuesta decidida. Infortunadamente, no siempre el enfrentamiento es posible por las mismas circunstancias que crearon el matoneo, y es por eso que las autoridades deben intervenir en forma drástica, como aparentemente sucedió en el caso descrito en las noticias.
La matonería es algo tan grave que cualquier medida que se tome contra ella debe ser aplaudida y respaldada. No se sabe en este momento si en el caso comentado la matonería realmente existió, pero el hecho de que las autoridades del colegio hayan mostrado firmeza en tratar de combatir esos repugnantes hechos es un buen comienzo y ojalá sea una lección para que los matones de todo género aprendan. Y no se trata solo de la matonería colegial, sino incluso la que usan en demostraciones y protestas públicas personas que no saben convivir con las demás.
