Publicidad

La herencia de Antonio Gades

Sigue a El Espectador en Discover: los temas que te gustan, directo y al instante.
Manuel Drezner
26 de mayo de 2014 - 03:00 a. m.
Resume e infórmame rápido

Escucha este artículo

Audio generado con IA de Google

0:00

/

0:00

Cuando Antonio Gades murió hace diez años, muchos temieron que la espléndida tradición coreográfica que el gran artista dejaba fuera a desaparecer.

Gades había logrado una revolución en las premisas del baile español y sus grandes coreografías, como las de Carmen y Bodas de sangre (que afortunadamente fueron llevadas al cine en forma notable por Saura) podían estar en peligro de ser olvidadas o, peor, deformadas para que se adaptaran al mal gusto de muchos. La presentación de la compañía de Gades en el Teatro Santo Domingo, bajo la dirección de su viuda, puso fin a esos temores.

La herencia de Gades está intacta y la acogida que el público dio a las mencionadas Bodas de sangre, más un espacio dedicado a las recreaciones de danza flamenca del artista, muestra que esa brillante mezcla entre lo popular y lo sofisticado sigue donairosamente su rumbo artístico. El recuerdo que uno tiene del ballet basado en el drama de García Lorca, y que fue presentado en Bogotá pocos meses después de su estreno absoluto, hacía temer que uno tuviera una remembranza romántica y tal vez optimista de esta obra que en aquella ocasión impresionó en forma ejemplar. Volverla a ver tantos años después muestra que ese miedo no tenía fundamento, porque la misma impresión y el mismo placer estético volvieron a reflejarse en esta versión coreográfica de la gran obra teatral. Esto confirma que la herencia de Antonio Gades está en buenas manos y que ese repertorio básico en la evolución del baile español seguirá conociéndose. Ojalá pudiera decirse lo mismo de las creaciones de otros coreógrafos (pienso en ejemplos como los ballets de Lichin, Kurt Joos, Massine y Fokine, entre otros) obras brillantes y únicas de la historia del ballet, que poco a poco están cayendo en el olvido por que no hay quiénes recojan esa herencia.

 Gades se consideraba a sí mismo, en concordancia con sus ideas políticas, no un bailarín y coreógrafo, sino un trabajador como cualquier otro y quizá por eso trató de que sus coreografías en obras como estas Bodas de sangre tuvieran el mayor realismo posible. Con esto sacrificó los momentos de poesía surrealista que tiene el drama original de García Lorca y el resultado es bastante austero porque presenta la parte dramática de la obra teatral en forma escueta. La pelea final donde los dos pretendientes de la muchacha acaban matándose mutuamente fue creada por Gades en cámara lenta y este es un efecto único e inolvidable del ballet.

Es bueno que el público responda en forma tan calurosa a este tipo de presentaciones que han sido un punto alto de la temporada de este año.

Conoce más

Temas recomendados:

 

Sin comentarios aún. Suscríbete e inicia la conversación
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta  política.