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El arte y la cultura

La muerte de Christo

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Manuel Drezner
10 de junio de 2020 - 11:37 p. m.
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Acaba de fallecer un interesante exponente de las vanguardias artísticas, el búlgaro Christo Vladimirov Javacheff, conocido por su nombre Christo, quien hizo una carrera internacional con su técnica de envolver edificios y monumentos con plástico, papel o textiles. La idea era que la gente gozara de la especie de silueta que esa envoltura transmitía, donde lo importante era la forma que adquirían sin darle a eso ningún significado posterior. Logró envolver sitios que iban desde el tradicional Reichstag berlinés, donde se reúne el Parlamento alemán, hasta un grupo de islas en Miami y el Puente Nuevo de París. Incluso parece que estaba interesado en desarrollar un proyecto en Bogotá, pero esto no lo he podido confirmar.

Christo era exponente de ese aforismo que atribuyen a Duchamp, a Picasso o a Warhol de que “arte es lo que el artista dice que es arte”. Claro que eso ha llevado a exageraciones tales como la de un cotizado artista que vende por millones de dólares cadáveres de animales disecados en formol (y lo notable es que hacen cola para comprarlos) o las de aquellos que pintan mamarrachos en las paredes urbanas y tienen defensores, a quienes hay que perdonar su ingenuidad. Pero Christo era un convencido de que lo que hacía era importante y para darle énfasis siempre se negó a recibir subvenciones de gobiernos o de mecenas, sino que financiaba sus obras vendiendo los esbozos que hacía para sus proyectos. En esa forma creaba lo que él mismo bautizaba como arte efímero, ya que sus intervenciones a edificios y monumentos solamente quedaban por un par de semanas para ser destruidas después. Lo importante, afirmaba, era que quien viera esos envoltorios hiciera conciencia de esos entornos que por su familiaridad se habían vuelto invisibles. Por mucho tiempo lo que hacía fue en colaboración con Jean-Claude Denat, su compañera, con quien compartió los créditos de sus creaciones, pero tras la muerte de ella continuó solo. Su método de trabajo, sin embargo, no era improvisado y a cada proyecto dedicaba a veces años de preparación.

Su obra final fue la idea de envolver el Arco del Triunfo, en París, que tuvo que aplazar por la cuarentena, pero a pesar de su fallecimiento parece que se realizará, junto con una exposición retrospectiva en el Centro Pompidou.

Aún se discute si lo que hacía era importante o solo un capricho, pero mientras tanto el mundo ha perdido a una persona con ideas artísticas originales y que además ha sido único, porque nadie lo ha imitado.

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