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La muerte de Seiji Ozawa

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Manuel Drezner
15 de febrero de 2024 - 12:00 p. m.
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Se ha anunciado la muerte, hace unos días, del legendario músico Seiji Ozawa, uno de los últimos representantes de una tradición de directores de orquesta que está desapareciendo de a pocos. Esto se dice porque muchos consideran que, aunque hay buenos directores, ninguno está a la altura de los místicos intérpretes de ayer.

La verdad es que la profesión de director de orquesta es relativamente reciente, ya que, hasta la época del clasicismo, los compositores solían dirigir sus obras con orquestas que solo tenían una fracción del número de las grandes sinfónicas de nuestros días. Quizás el primer director de orquesta importante fue Hans von Bulow, quien se enfrentó a las necesidades interpretativas de obras como las de Brahms y Wagner. Hay que agregar otro nombre célebre: el del judío Hans Richter, quien debió haber sido tan bueno que Wagner, famoso por su antisemitismo, le encomendó el estreno de su ópera mística Parsifal. Siguieron Arthur Nikisch quien, al frente de la Filarmónica de Berlín, fue uno de los primeros en grabar en discos sinfonías de Beethoven y Mahler, quien en sus tiempos fue más conocido como director que como compositor. Después de ellos siguieron figuras como Furtwängler, Bruno Walter, Toscanini, Monteux, Weintgartner y otros hasta llegar, ya muy cerca de nosotros, a Bernstein y Karajan. Después de los citados, como se dijo, siguen buenos directores pero no figuras de leyenda.

Seiji Ozawa fue discípulo de los últimos mencionados. Aunque considerado japonés, Ozawa curiosamente había nacido en China, en esa época ocupada por Japón. Tuvo una carrera musical vertiginosa en la cual trabajó en las orquestas más prestigiosas del mundo, incluida la de Boston, que dirigió por casi treinta años. Fue además campeón de muchos músicos contemporáneos, de los cuales hizo conocer su obra, y su labor didáctica, en la cual formó a innumerables músicos, también es destacable.

Afortunadamente, como legado suyo quedan innumerables grabaciones fonográficas que cubren casi toda la historia de la música, desde los clásicos (e incluso algunos barrocos) hasta las más complicadas creaciones contemporáneas. Quienes lo conocieron hablan de su sentido de gentes y de la forma como amaba la música que a través de él llegaba a un auditorio fervoroso. Con Ozawa desaparece toda una tradición, de la cual no se ve que haya sucesores a la vista.

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LUIS(39501)15 de febrero de 2024 - 07:21 p. m.
Dudamel está haciendo carrera para ser grande...
  • Gines(86371)15 de febrero de 2024 - 08:30 p. m.
    De acuerdo Guillo, no obstante y a mi juicio, el más cercano a esa grandeza tan esquiva es Christian Thielemann (1959). Nuestro compatriota: Andrés Orozco Estrada va por el mismo camino, considero.
Sebastián(54861)15 de febrero de 2024 - 03:02 p. m.
[1 de 2] Aunque tiene cariz de subjetividad la selección de los mejores directores de orquesta contemporáneos (o de otra época), hay talentos que deben figurar y usted omitió (§ 2), como Carlos Kleiber (Karl Ludwig Bonifacius Kleiber Goodrich: Berlín, 3 julio 1930 - Konjsica, Eslovenia, 13 julio 2004), para algunos el mejor de la historia;
Sebastián(54861)15 de febrero de 2024 - 03:02 p. m.
[2 de 2] Daniel Barenboim Schuster (Buenos Aires, 15 noviembre 1942); Claudio Abbado Savagnone (Milán, 26 junio 1933 - Bolonia, 20 enero 2014); Simon Rattle (Simon Denis Rattle Greening: Liverpool, 19 enero 1955). Sebastián Felipe
Gines(86371)15 de febrero de 2024 - 02:50 p. m.
Normalmente al hacer un recuento, don Manuel, y no por negligencia, se le quedan en el tintero muchos grandes como Claudio Abbado (1933-2014), Zubin Metha (1936) y el, a mi juicio, último grande: el argentino Daniel Barenboim (1942), quien hace poco se retiró definitivamente de la dirección orquestal por motivos de salud. El homenaje de Zubin Mehta a Seiji Ozawa en 2016, es célebre. Ozawa padecía de Alzheimer.
  • Gines(86371)16 de febrero de 2024 - 08:26 p. m.
    Ricardo. Estimo que don Manuel ha debido de ser más pródigo, pues columnas de este tenor deberían alongarse un poco más para satisfacción de nosotros los melómanos, y no dejar a grandes nombres como los que traes a colación, y le añadiría a: Serguéi Kusevitski, Leopold Stokowski, Otto Klemperer, Karl Böhm, Eugene Ormandy, Jean Martinon, Sir Georg Solti, Carlo Maria Giulini, Kiril Kondrashin, Rafael Kubelík, Leonard Bernstein, Sir Colin Davis, Riccardo Muti, Valeri Guérguiev entre otros.
  • Ricardo(67977)16 de febrero de 2024 - 06:22 p. m.
    En el largo etcétera incluyo al gran Ataúlfo Argenta y al no menos grande Pierre Boulez. Vale.
  • Ricardo(67977)16 de febrero de 2024 - 06:18 p. m.
    Hola, maese Pedro, no comparto tu opinión sobre Dudamel, si está en camino de algo es en el de parecer (no ser) grande. Pero sí comparto tus juicios sobre Thielemann y Orozo Estrada. También lo que dices acerca de Abbado, Metha y Barenboim. A mi juicio, el mejor de todos en la historia de la música es Carlos Kleiber, pero ¿cómo olvidarse de Sergiu Celibidache, Bernard Haitink, Nikolaus Harnoncourt, Mariss Jansons...? y por fortuna un largo etcétera.
Alfredo(08585)15 de febrero de 2024 - 01:37 p. m.
En las hábiles manos de Seiji Ozawa, la batuta se conviertió en un pincel que acarició el lienzo del silencio con notas que danzan eternamene en el éter. La música clásica, como un río de emociones, fluye con sublime belleza. Cada acorde es un susurro del universo, guiado por Ozawa hacia la trascendencia. En ese arte, la estética y la filosofía convergen, revelando la majestuosidad de la existencia a través de la sinfonía.
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