Todos los amantes de las artes conocen la anécdota acerca del gran pintor Vincent van Gogh, quien, en el pueblo de Arles, la víspera de la Nochebuena de 1888 y después de una querella con su amigo, el no menos grande Paul Gauguin, que vivía con él y que le había anunciado que se iba, se cortó una oreja, la envolvió en una servilleta y se la regaló a una amiga de esas de profesión horizontal, llamada Raquel.
La historia no cuenta cuál fue la reacción de Raquel ante el macabro regalo, pero Gauguin, que había sido el confidente y consejero de Van Gogh, se fue de todos modos y Van Gogh, poco después, era enviado al manicomio.
Eso es lo que dicen las historias y por más de un siglo todo el mundo las ha creído como una verdad bíblica. Sin embargo, y con titulares en las primeras páginas de muchos periódicos europeos, dos investigadores han publicado un libro donde dicen que las cosas no fueron así. El libro se llama La oreja de Van Gogh: Paul Gauguin y el pacto de silencio, sus autores son dos respetados académicos alemanes —Rita Wildegans y Hans Kaufmann— y según ellos, lo que realmente sucedió fue que, ante el anuncio de Gauguin de que se iba, van Gogh lo atacó con una barbera. Gauguin cargaba consigo una espada, para defenderse cuando salía a caminar por las calles de Arles, donde aparentemente la seguridad dejaba mucho que desear, y en este caso la usó contra su energúmeno amigo, quien desde hacía tiempo había estado mostrando síntomas de que estaba perdiendo el juicio. Fue entonces Gauguin quien cortó, en un acto de autodefensa, la oreja de Van Gogh. Los dos amigos debieron quedar apenados ante lo que había sucedido y decidieron, según los autores, guardar el secreto, e inventaron la fábula, que todos conocen, de que Van Gogh se había cortado la oreja solo.
Las razones de los investigadores para su nueva versión se basan, antes que todo, en el corte perfecto que tenía la oreja. Dicen que nadie puede cortarse una oreja de un solo tajo en esa forma. Además, consideran que si alguien quiere mutilarse lo hace en manos y piernas o en el cuerpo, pero no cortándose orejas, por más que esté perdiendo el juicio. Por otra parte, citan pasajes poco claros de la correspondencia de Van Gogh, donde éste se refiere a las armas de Gauguin y además citan una palabra secreta de ellos, que los profesores interpretan como símbolo del ataque. La verdad es que esta versión revisionista de la célebre historia no ha sido universalmente aceptada, pero nadie duda de la seriedad de la investigación. De todos modos, muchos preferimos la romántica historia de Van Gogh cortándose la oreja a esta nueva versión tan supremamente agresiva.