Contra lo que se cree, esta no es la primera vez que hayamos tenido que quedar encerrados en cárcel domiciliaria. Quienes tenemos edad para haber pasado por el 9 de abril de 1948, cuando turbas codiciosas quemaron medio Bogotá y asaltaron los comercios de la ciudad, recordamos otra encerrona que bien se puede traer a cuento.
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Contra lo que se cree, esta no es la primera vez que hayamos tenido que quedar encerrados en cárcel domiciliaria. Quienes tenemos edad para haber pasado por el 9 de abril de 1948, cuando turbas codiciosas quemaron medio Bogotá y asaltaron los comercios de la ciudad, recordamos otra encerrona que bien se puede traer a cuento.
Era el gobierno de Mariano Ospina, quien había subido al poder gracias a la división que hubo en el liberalismo (en esa época mayoría absoluta) entre Gabriel Turbay y Jorge Eliécer Gaitán. Ospina trató de revivir la hegemonía conservadora que el triunfo de Olaya Herrera había acabado varios años antes, e incluso tiempo después, cuando iba a ser juzgado por el Congreso, procedió a cerrarlo (y de paso a confiscar le edición de El Espectador donde se daba cuenta del juicio). La violencia comenzó, así como la creación de guerrillas.
Cuando ese 9 de abril asesinaron a Gaitán, quien casi seguramente sería el siguiente presidente ya que Turbay había abandonado la política, la ira popular represada estalló, pero por la falta de dirigentes se derivó hacia los motines y destrucción que bautizaron Bogotazo. El gobierno entonces decretó el encierro total de la población y quien saliera no tendría una multa como hoy, sino que arriesgaba su vida ya que la orden era tirar a matar a quienes encontraran en la calle.
Ese encierro que duró casi dos semanas tuvo el problema adicional de que no existían supermercados y las tiendas de esquina y mercados donde se compraban alimentos quedaron completamente vacíos, sin contar con que de todas maneras no se podía salir a riesgo de la vida. Por eso y en comparación, la cuarentena de nuestros tiempos no es tan grave para quienes recordamos aquel horrible encierro donde casi morimos de hambre.