Escucha este artículo
Audio generado con IA de Google
0:00
/
0:00
Es muy bueno dejar constancia de que la parte médica de la Fundación Santa Fe es de nivel internacional y sus consagrados doctores son eminencias en sus respectivos campos, pero igualmente es muy lamentable tener que decir que sus servicios computarizados no médicos dejan que desear. De hecho, hace tiempo aprendí que, en vista de lo complicado que es pedir una cita telefónica ya que uno puede estar largo tiempo marcando números sin respuesta, es más fácil ir personalmente a la sede y pedir la cita en persona.
Pero en estos días tuve experiencias con la Fundación que se podrían llamar kafkianas. Resulta que tuve una cita para servicios y, como iba como particular, la pagué antes de entrar a la cita. Necesitaba tener una factura y en el momento del pago me aseguraron que me la mandarían a mi correo electrónico. Pasó una semana sin que la factura llegara y ahí comenzó mi odisea. Me metí en su página de WhatsApp, donde me informaron que necesitaba escribir la palabra “asesor” para que alguien me atendiera. Escribí la palabra “asesor” y no pasó nada. Cinco horas después, me llegó por fin una comunicación de la asesora y le escribí que necesitaba la factura que nunca llegó. La respuesta fue que debía llamar a otro teléfono, pero en ese teléfono me indicaron que allí no atendían esas solicitudes y me iban a pasar a la sección que sí lo hacía. Pero, en vez de pasar la llamada, la descomunicaron. Probé otros teléfonos y aunque me atendían con amabilidad, siempre decían que me iban a conectar con los encargados y siempre la llamada se perdía. Traté de llamar a través del conmutador y allí tampoco me conectaban con los encargados de facturación, sino que oía el signo de desconexión.
El final del cuento es que después de dos semanas de intentarlo aún no tengo la dichosa factura.
