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A muchos amantes de la música y del cine, cuando llegó el llamado streaming o retransmisión, les pareció una solución ideal para sus necesidades. Nadie iba a pagar $30 mil por un disco compacto cuando su contenido y miles de canciones estaban disponibles en canales especializados donde daban la música que uno quería por un mínimo pago mensual. Lo mismo con las películas, que se podían ver por una cuota mínima. Parecía que el paraíso había llegado para los aficionados, ya que se suponía que lo que uno quisiera estaba al alcance con un pago muy barato y poco esfuerzo.
Eso era lo que se creía, pero la realidad está siendo muy diferente. En el caso de la música, la fidelidad de las plataformas deja mucho que desear y si se trata de música clásica. Aunque el repertorio es bastante extenso, no es posible muchas veces conseguir al intérprete deseado y desde luego las limitaciones sonoras son más notables. En el caso de series de TV, en muchas ocasiones una serie queda interrumpida en la mitad y no se puede ver el final. Los amantes del cine han encontrado que para poder ver una cantidad de películas es necesario suscribirse a varias plataformas, porque muchas cintas están en unas y no en otras. Los amantes del cine clásico la tienen peor. En las plataformas, según muchos artículos de revistas, a duras penas tienen menos de un centenar de filmes anteriores a 1970, o sea que una buena parte de las grandes cintas clásicas del pasado no están disponibles para los interesados. De las 100 mejores películas de la historia del cine, según el listado de la respetada revista Sight and sound, en las aplicaciones solo se consiguen una docena.
Todo esto ha causado que los interesados estén abandonando las plataformas de retransmisión y vuelvan a sus colecciones de discos compactos y DVD. La desilusión que se está regando entre los usuarios se refleja en el hecho de que las ventas de discos y películas en DVD aumentaron el año pasado por primera vez en varios lustros. Fuera de eso, algunos importantes directores proponen a los aficionados del cine que hagan su propia colección de filmes, no solo para tenerlos disponibles, sino también, dicen, para preservar esa herencia cultural que es el cine clásico, que puede desaparecer ante el desinterés de los empresarios de streaming. Lo que se creyó que iba a ser una panacea, resultó no serlo tanto y el resultado es que se está volviendo al pasado.
