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Las contradicciones de Theodorakis

Manuel Drezner

08 de septiembre de 2021 - 12:30 a. m.

En 1985 el presidente Belisario Betancur decidió invitar a Colombia al músico griego Mikis Theodorakis, quien acaba de morir, para que presentara aquí la cantata que había compuesto con textos de Neruda. Ella fue interpretada por la Filarmónica y tuvo gran éxito. Theodorakis, en homenaje al país, cambió en su orquestación el uso de los bazuki griegos del original por tiples colombianos.

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Hubo después del concierto una pequeña cena a la que asistí y Theodorakis dijo en ella que el tiple le sonaba mejor que el bazuki y que con tiples dejaría definitivamente su creación. El artista era elocuente pero nada formal. Entre risas dijo que su obra más conocida, la música para la película Zorba, el griego, lo había perjudicado porque se había vuelto tan popular que la gente ignoraba sus otras composiciones, que pasaban del millar.

Nadie hubiera relacionado a ese hombre tan campechano con el militante político de izquierda que se volvió leyenda en su Grecia natal, así hubiera extrañas contradicciones. Por ejemplo, como miembro del Parlamento, se alió con la extrema derecha, lo cual hizo que sus antiguos copartidarios acabaran rechazándolo. Costa-Gavras, el director de cine para quien había escrito la música de la gran cinta Z, no volvió a trabajar con él. A pesar de que durante la guerra ayudó a salvar judíos de la persecución nazi, años más tarde se declaró antisemita pero unos días después se echó atrás y manifestó amor a los judíos. Ese tipo de actitudes contradictorias hicieron que muchos en Grecia lo ignoraran y Theodorakis acabó dedicándose únicamente a la música, ya que, a pesar de su valiente tradición de lucha, sus compatriotas creían que no se le debía tomar en serio puesto que un día decía una cosa y al siguiente lo contrario. Se necesitó que muriera para que volvieran a tenerlo en cuenta.

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