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Una divertida ocupación es la de leer lo que los expertos en diferentes materias han dicho en el pasado sobre diversos temas, criticando desarrollos que después han mostrado ser básicos en la vida humana. Por ejemplo a Shakespeare en sus tiempos lo consideraban un escritor menor, que nada tenía para hacer comparado con su contemporáneo Ben Jonson. Edison, creador de tantas invenciones básicas, no veía posibilidades comerciales en el cine hablado y estaba seguro de que su invento del fonógrafo solo serviría para aplicaciones de oficina. Por su parte, el coinventor del cine Augusto Lumière lo consideró curiosidad científica sin ningún futuro. Mach, conocido por sus investigaciones acústicas, no solo atacó las teorías de Einstein sino que incluso llegó a escribir que “puedo aceptar la teoría de la relatividad tan poco como acepto dogmas tales como la existencia de átomos”.
En el campo de la música ha habido numerosos ejemplos de esto. Obras musicales como la Quinta Sinfonía de Beethoven son consideradas grandes creaciones de la mente humana. No puede uno imaginarse que en sus tiempos no haya sido considerada así. De hecho, el famoso violinista Louis Spohr asistió al estreno como crítico y lo que dijo fue que lo que se había oído era “una orgía de ruidos vulgares”. La célebre revista musical inglesa Harmonicon dijo de la Pastoral que era “demasiado larga” y cuando la Heroica se estrenó en Leipzig el crítico de la más importante revista musical alemana Allgemeine Musikalische Zeitung afirmó que “pierde su camino en medio del mayor desorden, porque hay mucho que es duro y extraño en ella”.
Pero si eso dijeron de Beethoven no debe extrañar que durante la vida de Bach, un crítico llamado Scheibe considerara en 1737 (Bach murió en 1750) que “sus composiciones están privadas de belleza, armonía y claridad melódica”; que Tchaikovsky dijera de Brahms en su diario que se trataba de “un bastardo sin talento. Me enoja que los mediocres alaben como genial esa música caótica”. De Berlioz igualmente afirmaron los expertos de sus tiempos que no sabía cómo escribir música (Scudo en Critique et littérature musicale); el compositor Cui en una carta a Rimsky-Korsakov decía que Wagner no tenía el más mínimo talento y aunque no era un experto el emperador austríaco le decía a Mozart que El rapto del serrallo tenía exceso de notas. Afortunadamente, Mozart, que no sabía quedarse callado, le respondió: “Las suficientes, su majestad”.
