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Las novelas póstumas

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Manuel Drezner
12 de marzo de 2024 - 01:00 a. m.
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La publicación póstuma de una novela de García Márquez, que el escritor dejó engavetada, originó numerosas discusiones, en especial sobre si una obra que el autor no consideró lista para ser lanzada al público debía darse a conocer. Creo que es interesante esta edición, aunque sea una versión no autorizada por el distinguido escritor, puesto que permite saber de sus procesos mentales y creativos, así muchos consideren que esta publicación traiciona los deseos de su creador, en lo cual también tienen razón.

Sin embargo, es bueno recordar que este no es un caso excepcional, pues las obras editadas en forma póstuma abundan y muchas veces esa publicación se ha hecho contra los deseos expresos de los escritores. El caso más conocido, desde luego, es el de Franz Kafka, quien pidió a su amigo Max Brod que, tras su muerte, quemara los numerosos manuscritos inéditos que componían la casi totalidad de lo que había escrito en su vida. Brod se negó y gracias a eso existen obras maestras como El proceso y El castillo. Claro está que algunos estudiosos creen que la esperanza de Kafka era que Brod hiciera justo lo que hizo, pero es una suposición sin fundamento.

Otro caso de publicación de novelas dejadas en gaveta cuando el escritor falleció es casi dramático. Se trata de Ernest Hemingway, ganador del Nobel, de quien se publicaron nada menos que cinco novelas póstumas que su autor no había considerado dignas de su nombre. Hay que decir que, de acuerdo con la crítica, Hemingway tenia razón. Otra novela póstuma fue la obra maestra de Lampedusa (que Visconti llevó al cine de forma magistral) llamada El Gatopardo. Hay muchas novelas de Jack London igualmente publicadas en forma póstuma, ya que este escritor era tan prolífico que escribía dos o tres obras al tiempo en forma paralela. Una publicación tan discutida como la de García Márquez fue la de la novela Los orígenes de Laura, de Nabokov, cuyo creador no consideraba digna de ser sacada al público y que evidentemente no está a la altura del resto de las creaciones del autor de esa maravilla que es Lolita. Algo parecido se puede decir de la novela del japones Yukio Mishima llamada La decadencia del ángel, que recibió un palo unánime cuando salió a luz.

Se ve por todo lo anterior (y hay docenas de ejemplos más) que el caso de la publicación de la novela de García Márquez no es excepcional y queda entonces únicamente la duda, que nadie podrá resolver, de qué es lo que hubiera deseado el escritor.

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elias(80727)18 de marzo de 2024 - 03:31 a. m.
A mí, me gustó...y si gabo no hubiese querido que esa obra se conociera, fácilmente la pudo hornear.
NEYLA(08578)13 de marzo de 2024 - 01:24 a. m.
Me gusta ! 👍🏻
Atenas(06773)12 de marzo de 2024 - 02:18 p. m.
Mejor me quedo con lo afirmado por la columnista AuraL.Mera sobre el mismo tópico, y de lo cual ya había dado mi particular apreciación desde días atrás en este foro. Y me reafirmo en q’ no deslindo en Gabo lo admirable de su pluma del cinismo y la amoralidad de q’ hizo gala como persona al aupar el horror de la revolución cubana y exaltar de sublime manera al tirano F.Castro a cambio de lujosos regalos como fue la esplendorosa casa en Cubanacán. Atenas.
  • Gines(86371)12 de marzo de 2024 - 03:41 p. m.
    ¿Por qué no te callas, anciano mariposón? Cada comentario tuyo, “sesudo” por cierto, despierta la hilaridad en quien lo lee. ¿Careces de autocrítica bobalicón? ¡Sorry, atenitas!
Gonzalo(69508)12 de marzo de 2024 - 01:39 p. m.
En diez días el tema será sepultado, como de costumbre sucede.
Gines(86371)12 de marzo de 2024 - 02:04 a. m.
UNO. Gabo fue un perfeccionista. Don Manuel. En ese orden de ideas, no quiso la publicación de la novela de marras. No obstante, hay en ella, pinceladas del virtuosismo al que Gabo nos acostumbró. Felipe A. Priast nos regala un interesante análisis de lo que según el no es una novela sino un guión de cine. Afirma Priast, que Gabo conocía de antecedentes literarios y de cine sobre el adulterio y por ello no quiso publicar “En Agosto nos vemos”. Cita, por ejemplo: “La mujer adúltera”, de Camus.
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