Una de las grandes tragedias en la historia del cine es que una inmensa cantidad de películas del pasado, ha desaparecido irremediablemente.
De hecho, casi el 90 por ciento del cine mudo no existe y muchas importantes creaciones se conocen únicamente por referencias. Quizá la más famosa es la del filme llamado Avaricia (Greed), de Erich von Stroheim, que originalmente duraba casi nueve horas, pero el estudio obligó a recortarla a una versión de menos de dos horas, esa es la que se conoce hoy, y aun así es considerada una de las grandes películas de la historia. Trágicamente todo lo que no figuró en esta versión fue destruido y la que muchos críticos consideran una obra maestra sólo se consigue parcialmente. Casi lo mismo pasó con otra cinta básica La pasión de Juana de Arco, de Dreyer, que fue cortada por la censura religiosa, aunque en 1981 redescubrieron la película completa, curiosamente, en un manicomio. La historia de la recuperación de filmes perdidos se puede complementar con la que ganó el primer Oscar, Alas, que apareció en París y con el caso del Napoleón, de Abel Gance, una cinta muda revolucionaria que tuvo que ser recogida a pedacitos de cinematecas de todo el mundo.
Algo similar pasó con otra obra igualmente revolucionaria, Metrópolis, de Fritz Lange, que se creyó parcialmente perdida y cuya versión completa apareció en el Museo del Cine de Buenos Aires. De Horizontes perdidos, la que introdujo al vocabulario la mítica ciudad de Shangri-La, se han deteriorado escenas y las versiones que existen las remplazan por fotos de esas escenas con el fondo de la banda sonora.
Una de las cintas que se considera como una de las mejores de la historia (algunos críticos dicen que es la mejor) La regla del juego, de Jean Renoir, fue parcialmente destruida por los nazis pero hace algunos años aparecieron las escenas que faltaban y hoy se puede ver en toda su gloria. Si uno va al cine colombiano, buena parte del mucho cine que se produjo hasta no hace muchos años ha desaparecido probablemente para siempre.
Uno de los casos más interesantes es el de la cinta El día que el payaso lloró (The day the clown cried), de Jerry Lewis, que en una época fue menospreciado pero que la campaña de expertos franceses logró poner en lugar destacado dentro del cine. La película fue terminada, pero Lewis consideró que no era lo suficientemente buena y guardó la única copia que existía y no la deja conocer de nadie. Algunas partes han sido filtradas y, por ejemplo, en YouTube se pueden ver algunas escenas y ellas hacen pensar que valdría la pena que la cinta saliera a la luz.
De todas maneras, todo ese repertorio de gran cine que ya no existe crea un vacío increíble que hace que cualquier historia del cine que se intente va a ser necesariamente incompleta.