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Pareciera ser una perogrullada, pero es necesario recordarla una y otra vez, ya que hay alcaldes que consideran que son dueños de la capital o proceden como si lo fueran. Esto porque se dedican a crear situaciones basadas en sus caprichosas creencias sin consideración por el bienestar de los ciudadanos.
Un ejemplo clásico de esto es la ciclovía que nos impusieron clandestinamente por la carrera séptima, aprovechando el encierro de la pandemia. Se trata de algo subutilizado e inútil, ya que hay otra ampla ciclovía por la carrera 11 a menos de cuatro cuadras de la que crearon. El resultado, desde que existe, han sido trancones absurdos y una movilidad donde para recorrer veinte cuadras a veces se tarda toda una hora. Un gesto del nuevo alcalde que los bogotanos agradecerían sería la supresión inmediata de la ciclovía por la séptima, que al agregar un carril adicional automáticamente mejoraría la movilidad sin perjudicar a los ciclistas.
Otro ejemplo fue el absurdo Plan de Ordenamiento Territorial (POT) que fue impuesto por decreto, aunque la alcaldesa en sus tiempos prometió que jamás sacaría un POT por decreto, pero las promesas parece que son para incumplirlas. Las consecuencias de ese POT han sido extender la ciudad a lo largo y a lo ancho, creando los consiguientes problemas de movilidad. Sigue el esperpento de lugares donde de un lado de la cuadra se pueden hacer construcciones de altura y enfrente, en la misma cuadra, eso está prohibido. Si la ciudad se desarrollara hacia lo alto serían muchos los problemas urbanos que se resolverían.
Son apenas dos casos que muestran que la ciudad no puede seguir siendo manejada como si los alcaldes fueran amos y señores de ella. Ojalá el nuevo alcalde corrija casos como estos, que abundan.
