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Los NFT del arte

Manuel Drezner

08 de febrero de 2022 - 09:00 p. m.

Una revista en Estados Unidos publica anualmente una lista de las 100 personas más influyentes en las artes plásticas, y la nueva lista que acaba de ser dada a conocer trae un dato curioso que vale la pena comentar. Se refiere, según la publicación, que lo que llaman NFT (que son las iniciales de la frase Non Fungible Token) ocupa el primer puesto. Lo malo es que ese NFT no es una persona o una propiedad concreta, sino un método de adquirir no una obra de arte en sí misma, sino su representación en el mundo digital. Una persona paga por el derecho de decir que la obra es suya, y aunque la pueden copiar, quien tiene la copia sabe que el propietario es el dueño del original y quienes lo han copiado solo tienen una simple reproducción. A pesar de que al comprar un NFT no se tiene un activo físico, estos se han popularizado tanto, que casas de subasta, galerías y creadores se han dedicado a vender, con éxito, esos NFT. Por ellos se ha llegado a pagar sumas que son millonarias. Lo que caracteriza el NFT es que supuestamente son únicos, pero que se pueden transferir.

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Muchos consideran, sin embargo, que el NFT no es sino una quimera y un nuevo método para esquilmar a coleccionistas incautos. Si uno tiene una propiedad en el mundo digital, no es exactamente propietario de algo que se pueda exhibir en el casa como puede serlo un cuadro, un disco o cualquier cosa concreta.

Si uno deja aparte el valor que puedan tener listas como estas, que en últimas solo reflejan las opiniones personales de quienes las hicieron, es notable ver la influencia que tienen galeristas y coleccionistas (ya que son pocos los directores de museos que están en el catálogo) en el arte y uno no puede menos que preguntarse si lo que era arte no se ha convertido en un gigantesco negocio, en que el valor que se paga por las obras de arte, que muchos consideran como inversión productiva, sí tiene alguna relación con la realidad. La triste experiencia de coleccionistas nacionales, que han pagado precios sobrevalorados y se han encontrado con que esas obras en el mercado internacional valen mucho menos de lo que pagaron por ellas, muestra lo engañoso que es considerar el arte como inversión. La lista mencionada en el fondo muestra que el valor de una obra de arte no depende de lo que se pague por ella, sino de la obra en sí misma.

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Pero como con los NFT las obras de arte parece que podrían desaparecer, estamos ante una tendencia que es no solo absurda sino lamentable. Eso de que los NFT son lo más influyente en el arte de nuestros días muestra que quizá los caminos del espíritu andan mal.

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