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A todo bombo, el Ministerio de Cultura ha anunciado la adjudicación de premios millonarios a la creación en diferentes actividades culturales y artísticas, y eso está bien que suceda ya que uno de los propósitos, no siempre cumplido, de ese Ministerio es el fomento de la creatividad entre los artistas colombianos.
Pero mucho me temo que este sea otra vez el caso de esos premios que se dan con las mejores intenciones del mundo y las obras premiadas acaban a la larga olvidadas, por que aunque el artista recibió el premio no se ha hecho lo necesario para la divulgación de esas obras.
Hay que recordar casos del pasado, que bien servirían de lección para el presente. Por ejemplo, cuando el Teatro Nacional se fundó, se creó un premio, patrocinado por una firma colombiana, para la creación de una obra de teatro. El concurso se hizo, la obra fue premiada pero nadie volvió a oír de ella por que nunca se estrenó ni fue dada a conocer y después de todos estos años, sigue durmiendo el sueño de los justos. La célebre entidad de fomento cinematográfico Focine igualmente gastó cientos de millones de pesos en financiar películas colombianas, que ni fueron estrenadas ni nadie sabe de lo que pasó con ellas, ya que Focine patrocinó filmes pero no hizo nada sobre salas de exhibición con el triste resultado descrito.
La tristemente célebre Opera de Colombia, bien conocida por dilapidar dinero para presentar dos títulos anuales, una vez copatrocinó con una entidad de Texas una ópera latinoamericana (ni siquiera colombiana) basada en un argumento de García Márquez y ese gasto fue otra extravagancia, por que esa ópera nunca se estrenó en el país. Recogiendo polvo en cajones, reposan igualmente sinfonías, cantatas, novelas, obras de teatro, pinturas, todas ganadoras de premios como el que estamos comentando y que nadie conoce.
A lo que voy es que las buenas intenciones detrás de esos estímulos a la creación se pierden o quedan en mitad de camino por que una creación artística no significa nada mientras no llegue al público para el cual se presume que el artista hace sus creaciones. Por eso es indispensable en el futuro no sólo dar esos premios, que son laudables, pero complementarlos con una reserva monetaria que permita su divulgación. Sólo de esa manera los premios llenarán los objetivos para los cuales fueron creados.
