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“Medea”, el inicio del Festival

Manuel Drezner

15 de marzo de 2016 - 11:35 p. m.

El nuevo Festival de Teatro tuvo un buen comienzo con las representaciones en el Teatro Santo Domingo de una Medea protagonizada por la célebre cantante y actriz Ana Belén. Antes de seguir adelante hay que decir que es muy bueno que el Festival haya acogido las sugerencias de esta columna y de otros acerca de dedicar más parte de la programación a obras de teatro para actores y disminuir el exceso de oportunidades a directores de escena para mostrar lo suyo, interesante muchas veces pero que no necesariamente atrae al gran público.

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Esto se vio claramente en el caso de la Medea que inició el Festival. No se trata de la obra clásica de Eurípides, una de las cumbres del teatro universal, sino una revisión del español Vicente Molina Foix, similar a las que hicieron otros como Corneille, Séneca, Grillparzer y muchos otros, donde toman los temas básicos de la leyenda sobre la maga Medea que ayuda por amor a Jasón a que este consiga el vellocino de oro que le permitirá recuperar su trono. Pero Jasón es ambicioso y después de haber tenido hijos con Medea, decide dejarla para casarse con Glauce, la hija del rey de Corinto, y llegar así al poder. Medea en todas las versiones no acepta esto y su venganza es cruel, ya que hace morir a Glauce con sus artes mágicas y después mata a sus propios hijos para poder así herir a Jasón en lo que más ama.

En la versión de Molina Foix se recogen muchas partes de las diferentes obras sobre Medea, con la adición de que da un papel mucho más preponderante de lo acostumbrado a la nodriza. Igualmente el coro es reemplazado por una pareja que avanza la acción e informa de lo que ha sucedido en el pasado. La historia de cómo Jasón con la ayuda de Medea se hizo al vellocino, la cuenta el preceptor y el final, donde Medea hace saber que solo queda la mujer y no Medea, es una adición interesante. Hay más lamentos que en la obra original y a ellos les resta un poco que algunos de los actores, en lugar de decir sus parlamentos, los recitan, quizá como una especie de homenaje al teatro del siglo XIX. De todos modos, la obra recoge la esencia del personaje de Medea, uno de los más trágicos en la historia del teatro, ya que no es común que alguien mate a sus propios hijos, a los que ama, para poder vengarse de otro.

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El montaje del director José Carlos Plaza es limpio, pero no deja mucho a la imaginación. Por un lado, hay un fondo sonoro que poco aporta y que a veces no permite oír lo que se dice y hay unas proyecciones que comienzan cuando la nodriza habla del mar (y, oh sorpresa, aparece proyectado un mar) y que no tiene razón aparente de ser. De todos modos, fue una noche teatral de interés y que comenzó con buen pronóstico el nuevo Festival. Habrá mucho de interés para ver y algo de eso será comentado en futuras ocasiones.

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