Quizá la zarzuela más popular del repertorio es Luisa Fernanda, de Moreno Torroba, y por eso es parte obligada de cuanta temporada del género se presenta.
Lo malo es que muchas veces es mayor el entusiasmo que el buen gusto y con frecuencia lo que se ve es algo acartonado, con coristas mostrando las piernas en la casta mazurca de las sombrillas y decorados de papel pintados con colorinches, todo esto rodeando de actuaciones de farsa barata que no van con una obra que tiene, además de su valor musical, gran mérito dramático.
Por eso es bienvenida la versión que presentó el Teatro Santo Domingo, que se originó en una alianza de las óperas de Washington, Madrid y Los Ángeles, que por iniciativa de Plácido Domingo colaboraron en montarla dentro de los cánones de la escena moderna y lograron un montaje de buen gusto, sencillo pero agradable. La sencillez se llevó a extremos, en especial en el primer acto, cuando el escenario estaba desnudo, con lo cual la Duquesa no regaba la albahaca, ni Javier tenía una flor caída del rosal del corazón y mucho menos una puerta franca que le permitiera llegar a la dama. Pero gracias a que las escenas siguientes tienen mucho coro, este vistió el escenario y en el acto final en Extremadura, la finca de Vidal estaba muy bien representada por un árbol que mostró que es mejor una escenografía sencilla que la ninguna del acto inicial. En últimas, Luisa Fernanda es obra realista a la cual no sirve demasiado bien una escena desnuda que a momentos daba la impresión de que se estaba viendo una versión de concierto.
Hay que decir que el montaje fue de muy buen gusto, con vestuario monocromo, en blanco y negro, que hubo momentos escénicos muy bien concebidos con cuidado en los detalles (es la primera vez en mi experiencia que el aderezo que Vidal ofrece a la protagonista se ve efectivamente) y con voces de muy buena categoría. En el final, el director ideó algo ambiguo en el sentido de que Luisa Fernanda no se va con Javier, como dice el libreto, sino que queda indecisa entre los dos (cuando le preguntaron a Fernández Shaw, coautor del libreto, por qué Luisa Fernanda se iba con quien es el malo, dijo que eso se debía a que en las zarzuelas las sopranos se quedaban con los tenores). El aporte criollo de coro y de orquesta estuvo a la altura de las circunstancias y no hubo esos momentos cursis que con lamentable frecuencia nos dan en algunas temporadas de zarzuela. Por eso el balance final de esta presentación es muy positivo y es quizá una de las mejores presentaciones de zarzuela que hemos tenido en Bogotá.
