Escucha este artículo
Audio generado con IA de Google
0:00
/
0:00
Un conocido tiene la mala costumbre de levantarse a horas tan tempranas que es difícil creer que ellas existan. Cuando le pregunté la razón por la cual hacía eso me respondió con el conocido refrán de que “a quien madruga Dios le ayuda”. Como la ayuda divina a este amigo, que vive en condiciones bastantes precarias, no se ha manifestado claramente, me puse a pensar en la falta de lógica del refranero. No me refiero a aquellos dichos dignos de Perogrullo como “más vale cobarde vivo que valiente muerto” sino a los que muchos consideran la verdad revelada y que al analizarlos, así sea superficialmente, muestran no tener ningún sentido.
Por ejemplo, eso de que “más sabe el diablo por viejo que por diablo” es absurdo, cuando uno ve a los que caritativamente llaman de la tercera edad diciendo necedades. O cuando se entona lo de que “hombre prevenido vale por dos”, hace pensar la utilidad de ser prevenido si eso lo convierte en dos probablemente desprevenidos. Es absurdo decir que “perro que ladra no muerde”, pues es evidente que cuando el perro deja de ladrar está listo para lanzar un mordisco.
Un dicho muy frecuente, casi que lema de muchos publicistas y políticos, es ese de que “una mentira repetida suficientemente se convierte en verdad”. Una mentira será siempre una mentira y así se engañe a incautos con ella, no hay forma de que se vuelva realidad.
Dejo para el final uno de los refranes más insultantes del repertorio, ese que afirma que “quien con niños se acuesta, mojado amanece”. Aparte de su fondo de pedofilia, lo que trata de decir es que todos los niños padecen de incontinencia urinaria, acusación injusta y poco real. Todo esto confirma entonces que definitivamente los refranes no se deben tomar muy en serio.
