Un gran escándalo operático ha tenido lugar en Madrid.
Resulta que al director de la casa de ópera en el Teatro Real, Mortier, se le vencía el contrato en tres años y se estaba comenzando a buscar su reemplazo. Mortier, en una entrevista de prensa, lanzó sus propios candidatos, pero agregó que si no los tenían en cuenta, posiblemente no aceptaría terminar su período. Los directivos del Real se ofendieron ante esa presión y decidieron salir de Mortier diciendo que aceptaban su renuncia, o sea que prácticamente fue despedido. En su lugar nombraron inmediatamente al director del Liceo de Barcelona. Sin embargo, sucedió algo inesperado, y es que se descubrió que Mortier estaba en tratamiento de cáncer y que el Ministro de Cultura español estaba empujando diversos candidatos para puestos artísticos que normalmente debe llenar el director de la ópera, o sea que se mezclaba la política con el arte. Todo esto ha creado gran polémica y lo único cierto es que se ha prescindido en circunstancias poco elegantes de un director de ópera y que este probablemente hará una demanda millonaria.
En otro tema, el útil portal Opera Base lanza sus estadísticas anuales sobre ópera en el mundo, con resultados interesantes. Uno de ellos es que el país donde hay más representaciones operáticas en el mundo es Alemania, donde el año pasado hubo más de 7.000, seguido muy de lejos por Estados Unidos, Rusia y Francia, con poco más de mil en cada uno de ellos. Italia, donde se supone que el género es rey, ocupó un modesto sexto lugar. Viena fue la ciudad donde hubo mayor cantidad de representaciones en el año, con 578, seguida de cerca por Berlín, con 523.
Más interesante es la estadística de compositores más representados: Verdi barrió con 2.586 representaciones, seguido de lejos por Puccini y Mozart, con 1.800 y pico cada uno. Las tres óperas más representadas en el mundo fueron Traviata, Carmen y Bohemia. Entre los músicos de hoy el más popular fue Philip Glass, que tuvo 66 representaciones. No sé qué signifique todo lo anterior, pero se nota que la ópera está lejos de ser un género muerto, como algunos dicen, y que el gusto de la gente sigue siendo muy conservador.
