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Una de las entidades culturales menos conocidas, pero más meritorias del país, es el Patronato Colombiano de Artes y Ciencias, que fundara hace muchos años el nunca bien lamentado Joaquín Piñeros Corpas y que hace una fructífera labor en numerosos campos, entre ellos el de coordinador de las actividades de las diversas academias colombianas (que así dejan de ser ruedas sueltas y trabajan en forma coordinada, para no cruzar trabajos), de depositarios y divulgadores de la obra de diferentes músicos cultos colombianos, entre ellos Guillermo Uribe Holguín y Adolfo Mejía, y como sede de la Junta Nacional del Folclor, que hace importantes investigaciones sobre el pasado y el presente folclórico de Colombia, con miras no sólo a preservarlo sino a hacerlo conocer.
Ya en otras oportunidades me he referido a algunos de los logros en este campo y ahora hay una nueva contribución del mayor interés, consistente en un Manual de danzas folclóricas del departamento de Cundinamarca, en el cual en un libro se describe la historia de cada danza, incluso su vestuario, y se muestra en forma gráfica sus diversos pasos. Lo anterior es complementado con un DVD, donde grupos populares hacen demostración en vivo de esas danzas, en tal forma que ellas pueden ser reproducidas por cualquier interesado y analizadas por los estudiosos.
Pero además del importante aporte que esta edición representa para la conservación y conocimiento de las danzas, quienes no somos expertos igualmente podemos gozar con la muy bien tocada música y la inspirada interpretación de los bailarines, todos de origen popular y campesino y que seguramente las aprendieron en la cuna. Gracias a esta publicación podemos ver cómo en tiempo de la Independencia se bailaba la célebre contradanza histórica, tantas veces citadas, de La vencedora, que existen danzas de laboreo como El caramelo rosado y El pañolón y hasta la recolección de café tiene su representación coreográfica al ritmo de un torbellino. Igualmente el bambuco y el pasillo son recolectados en sus fuentes y uno nunca hubiera sabido, de no ser por esta edición, que hay danzas llamadas El espantapájaros y Caramelo rosado...
Pero lo mejor de todo es que las danzas son muy hermosas y tienen mucho de original y de estético, cosa que no siempre sucede con esas manifestaciones populares. Ver el DVD es un placer independientemente del aporte cultural que la recopilación hace. Las 17 danzas recogidas en la publicación que se comenta muestran nuevamente la variedad de la cultura popular colombiana, por que no hay que olvidar lo que se dijo al principio, que esta edición se refiere únicamente al Departamento de Cundinamarca. Se trata de un acierto que hay que destacar.
