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El Ministerio de Cultura anuncia con orgullo merecido que por fin la obra del Teatro Colón será acabada y para eso se abrió un concurso internacional en el que participó medio centenar de arquitectos de diferentes países.
Ya un jurado compuesto de especialistas de méritos hizo una primera eliminatoria y los cinco finalistas exhiben sus proyectos en las salas del Archivo de Bogotá, o sea que los interesados en esta obra básica para la cultura pueden juzgar por sí mismos lo que se proyecta hacer.
La idea es corregir el error que se hizo en la primera etapa, cuando se decidió hermosear el teatro, pero olvidando la parte técnica y funcional. No se ve muy claro si van a caer en la equivocación de hacer del Colón un teatro multiuso, ya que la acústica de la sala no es la mejor para algunas aplicaciones. Pero es bueno, muy bueno, que la obra del Colón por fin se termine y aparentemente lo que más faltaba, el presupuesto, fue conseguido por el Ministerio de Cultura. La idea es agregar a las facilidades técnicas salas de ensayo, una sede para la Sinfónica, talleres de escenografía y aparcaderos que quizá eviten que se tenga que transitar por esa corte de milagros que es el acceso por las calles al teatro.
Creo que es el momento de recordar algo que escribí en el pasado, cuando se mencionó que los estudios técnicos que se hicieron mostraron que los palcos funcionan como cajas absorbentes, que dañan las características acústicas del teatro. Se propuso eliminar las separaciones entre palcos y hacer graderías escalonadas (con lo cual además, el pobre que se sienta atrás podría ver, lo que no sucede ahora), lo cual mejoraría tremendamente la acústica, como se demostró científicamente con las mediciones. Lo malo es que alguna directora del teatro puso el grito en el cielo ante esta propuesta, dizque por que eso iba contra la tradición, y la idea se abandonó. Pero no es tarde para corregir este problema ya que creo que la tradición no justifica que haya mala acústica y mala visibilidad, y como aparentemente esa desorientada directora ya no está no sobraría considerar esto.
Igualmente hice una defensa del pobre espectador de galería que es menospreciado siempre. En una de las reformas que se hicieron en el pasado eliminaron las sillas en ese sector y los espectadores deben sentarse en gradas incómodas y sin espaldar. Por respeto a ese público se deben volver a instalar las sillas, que deben ser numeradas para que no haya que llegar horas antes del espectáculo, ya que el espectador de galería merece el mismo respeto que el de luneta.
