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Premio a la crítica

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Manuel Drezner
07 de abril de 2014 - 12:37 a. m.
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Por primera vez en su historia de casi cuarenta años, el prestigioso Premio Nacional de Periodismo Simón Bolívar tiene como una de sus categorías la de la crítica.

Ésta reemplaza, asumo, la antigua categoría de premio al periodismo cultural y éste se echará de menos, aunque como persona que ha estado practicando la crítica por más de 60 años tengo que decir que me siento conmovido de que por fin haya quien se acuerde de esta especialidad periodística, ya que lo usual es que los pobres críticos siempre somos lo que en otros tiempos se llamaba “trompo de quiñes”, algo así como el que recibe las bofetadas de la tragicomedia de Andreyev. Claro que, curiosamente, en el premio no sólo figurará la crítica artística sino también otras, como la gastronómica (los chefs competirán con los pianistas) y la de viaje, o sea que los críticos de música, teatro, literatura y otros eventos culturales ni siquiera tenemos categoría propia.

Lo que sucede es que la crítica tiene la útil finalidad de (como bien dice el prospecto de los premios) “informar, interpretar y valorar para tender un puente entre el objeto de la crítica y el público”. Lo malo es que los organizadores de actos artísticos muchas veces esperan que la crítica sea una forma de gacetilla para promover lo que presentan y no les interesa la labor de guiar al público, y de hecho se ofenden si el pobre crítico no ha considerado lo que se presentó como algo maravilloso y único. Yo evito esto escribiendo sólo sobre aquello a lo que he sido invitado. En esta forma queda claro que el envío de una boleta de entrada no implica que el crítico deba hipotecar sus opiniones para que se las vuelvan a mandar.

Muchos organizadores culturales entienden esto y, por ejemplo, la inolvidable Fanny Mikey, aunque a veces discutía la respectiva opinión, nunca trató de influir en ella. En contraste, son muchos los empresarios que por miedo a lo que vayan a decir (o simplemente para ahorrarse una boleta), ignoran a los críticos, con el resultado de que muchos actos importantes pasan desapercibidos. El ejemplo claro está en el movimiento teatral de la ciudad, que a pesar de presentar muchas veces cosas de mérito, nadie se ocupa de ellas. Un buen crítico, para parafrasear a Goethe, debe mostrar qué se propuso el artista, qué caminos tomó para lograrlo y si tuvo éxito en lo que pretendía. Esa es labor no sólo informativa sino didáctica y ahí está la importancia de la crítica.

En todo caso, será interesante ver en qué forma ese premio a la crítica se desarrollará, ya que el jurado está muy bien conformado por gente de criterio, aunque pienso que les será difícil escoger entre un análisis crítico de un concierto o de una obra de teatro y la preparación de un plato exquisito por un cocinero, ya que ambos están en la misma categoría. Como parte interesada, veré con mucha curiosidad cómo acaba este premio.

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