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Franz Kafka es considerado como uno de los más grandes e influyentes escritores de la historia de la literatura universal. Autores como García Márquez, Faulkner, Sartre, Borges y Camus, entre otras luminarias, proclamaron su deuda con Kafka y la influencia que tuvo en sus obras. Pero Kafka mismo siempre tuvo dudas sobre sus capacidades y cuando estaba muriendo de tuberculosis en 1924 (el año entrante será el centenario del escritor) le cedió a su amigo íntimo y compañero literario Max Brod todos sus manuscritos con la petición de que a la muerte de Kafka quemara la totalidad de su obra. En una de las más grandes, pero más bienvenidas traiciones a los deseos de un moribundo, Brod se negó a hacerlo y cuando Kafka falleció comenzó a publicar su obra inédita, y es así como conocemos El proceso, El castillo y América, obras fundamentales que se publicaron gracias a lo que hizo Max Brod.
Cuando los nazis invadieron Checoslovaquia en 1939, Brod huyó a Israel con los manuscritos restantes, entre ellos el diario íntimo del escritor, que publicó en 1948. Brod, sin embargo, decidió eliminar muchas partes que consideró que creaban una mala impresión sobre la personalidad kafkiana y afirmó que esa manipulación fue para eliminar partes sin interés o sin sentido.
Recientemente la Biblioteca de Israel, donde reposan muchos de los manuscritos originales de Kafka, entregó los diarios a un editor y traductor llamado Ross Benjamín, para que preparara una nueva edición en inglés de ellos y Benjamín se encontró con la sorpresa de que, a pesar de lo dicho por Brod, este tomó muchas libertades en su edición de los diarios de Kafka, principalmente partes donde se reflejaba en forma poco favorable lo que él era. Recientemente Benjamín los publicó por fin y los diarios incluyen, además de sus confesiones personales, mucho material desconocido que da nuevas luces sobre Kafka. La conclusión es que Brod quiso mostrar un aspecto favorable y a veces poco real de lo que era Franz Kafka, y esta bienvenida publicación ayudará a conocer cómo fue en realidad la intimidad del gran literato.
