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No son muy alentadoras las noticias que llegan sobre la Ópera de Colombia. Aparentemente, la entidad está llena de deudas millonarias, ya que hace tiempo no pagan ni a artistas, ni a técnicos, ni a proveedores. Dicen que parte del problema es que las entidades estatales no han girado el monto de las subvenciones ofrecidas y que además los gastos de funcionamiento superan con creces las posibles entradas de dinero que tengan lugar. El resultado final se teme, es que por la misma razón por la cual desapareció el Festival Ibero Americano de Teatro, es decir, la falta de dinero para pagar los compromisos de la entidad, habrá que cantarle un caritativo réquiem a la Ópera de Colombia.
Claro está que la labor de ella hace tiempo se discutía, desde el punto de vista de si se puede llamar temporada de ópera, hacer uno o dos montajes anuales, cuando en sus principios las temporadas presentaban de cuatro a seis óperas y siempre había varias novedades. Igualmente, la idea original al fundar la Ópera de Colombia era el de dar oportunidades a cantantes, directores, escenógrafos y técnicos de escena nacionales, Infortunadamente ese deseo original de sus iniciadores desapareció con el tiempo e incluso hubo años en que fueron importados hasta los últimos partiquinos. Esa tendencia aparentemente comenzó a cambiarse en los últimos años, cuando ya era demasiado tarde.
Afortunadamente, en caso de que eso suceda, no significa que Bogotá se va a quedar sin ópera. Tanto el Teatro Santo Domingo como el Colón están haciendo sus propios montajes de óperas y el Distrito ocasionalmente tiene la iniciativa llamada Ópera al Parque, donde también el público puede disfrutar del arte lírico.
Pero el problema mayor está en esta tendencia de dejar huérfanas buenas iniciativas culturales. Ya se sabe que el arte necesita de mecenas para poder subsistir, ya que en general como los mecenas privados, por muchas razones, entre ellas la falta de estímulos tributarios que si existen en otras partes, se están acabando, uno debe ver con preocupación las consecuencias de las crisis financieras y esperar que no suceda que, como de costumbre, la cultura sea la primera sacrificada, ya que en general existe el dicho que arte que se respete no tiene que dar necesariamente utilidades.
En todo caso, las noticias sobre la Ópera de Colombia son preocupantes y lo que uno desea es que ellas sean lo que se llama “fake news”. La gente merece poder gozar de la cultura y para eso se necesita tener finanzas muy fortalecidas y el Estado debe ayudar a eso.
