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El pobre Shakespeare ha sido un autor al cual, como a pocos, le discuten su existencia misma. Hay eruditos que afirman que no era posible que un individuo nacido en una pequeña aldea a orillas del río Avon, que en su testamento no dejó libros y cuya educación se interrumpió en la adolescencia, tuviera los conocimientos de ciencias, tácticas militares, música y astronomía que se encuentran en sus obras. Por eso dicen que las obras firmadas por Shakespeare no son de él, sino de otros tales como Francis Bacon, el conde de Oxford o un noble de apellido Stanley.
Según esos teoristas, a estos personajes les daba vergüenza que los identificaran con una profesión tan baja como la de dramaturgo y por eso ocultaron su identidad detrás de la de un actor y empresario londinense llamado William Shakespeare.
Ninguna de esas teorías han ido más allá de ser eso, teorías, pero el oficio de buscar al presunto verdadero autor de las obras de Shakespeare sigue vigente y ahora hay una novedad, que va muy bien con la tendencia de dar preponderancia a la mujer y es que Shakespeare en realidad pertenecía al sexo que en una época llamaban débil. No es exactamente una novedad, ya que alguna vez hubo quien teorizara que las obras del dramaturgo en realidad las había escrito la reina Isabel I, una mujer muy educada y que hablaba varios idiomas, pero a quien no le quedaría bien que se supiera que escribía obras de teatro. Esa teoría a la larga fue desechada, pero ahora hay investigadores que proponen nuevas candidatas a la creencia de que Shakespeare hubiera podido ser mujer. Se basan para esto en lo importantes que son los personajes femeninos en los dramas y comedias. Citan ejemplos como el de Lady Macbeth, Catalina (que acabó siendo la fierecilla domada), Desdémona (acusada y asesinada injustamente) y la inolvidable Cordelia (la hija del rey Lear). Dicen que si los sonetos hubieran sido escritos por una dama, acabarían los rastros de homosexualidad que hay en su fondo y que explica la defensa de la mujer que hace Emilia en Otelo.
Estos teoristas han presentado una candidata llamada Emilia Bassani, una artista residente en Londres, de origen veneciano. Se basan en la frecuencia con la que el nombre de Emilia aparece en diversas obras de Shakespeare, tales como La comedia de las equivocaciones y Otelo; además, hay varios personajes con el nombre Basanio en piezas como El mercader de Venecia y Tito Andrónico. Como se ve la evidencia es muy frágil, pero no cabe duda de que es delicioso imaginarse a William Shakespeare con faldas.
