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Precisamente este mes de agosto se cumplen cuarenta años de la muerte de Dmitri Shostakovich, una de las figuras musicales más debatidas del siglo XX, y el Teatro Santo Domingo, en unión con la Luis Ángel Arango, organizó una merecida conmemoración con la interpretación de sus quince cuartetos por un excelente conjunto inglés, el Cuarteto Carducci.
Los más beneficiados son los amantes de la música de Neiva, porque allí se toca en cuatro días consecutivos el ciclo completo, mientras que Bogotá sólo podrá apreciar la mitad de ellos. Es lástima, porque lo que se oyó en el primero de los conciertos, en el Teatro Mayor, mostró un conjunto disciplinado, muy musical y que dio buena cuenta de cuatro de estas composiciones, entre ellas el popular cuarteto octavo (si es que alguno de los cuartetos de Shostakovich puede llamarse popular), obras que fueron recibidas por el público que llenaba la sala, con entusiasmo y respeto.
Shostakovich fue un músico ecléctico, que supo amoldarse a las absurdas imposiciones políticas de los caprichos estalinistas, que trataban de que las obras de arte tuvieran repercusión ideológica, naturalmente soviética. Pero Shostakovich sabía muy bien lo que hacía. Cuando una de sus obras fue criticada porque estaba por fuera de los cánones del realismo socialista, escribió lo que llamó “respuesta de un creador soviético a justas críticas”, la Quinta Sinfonía, que repite la línea de Shostakovich, pero como los políticos son tan brutos, como estaba la mencionada justificación, la dejaron pasar y con elogios. Pero mientras los rusos calificaban al músico como demasiado avanzado, otros compositores y críticos de nuestros tiempos, como Boulez, consideran su extensa obra como un segundo o tercer refrito de Mahler.
No se puede tener contentos a todos, pero lo cierto es que la obra de Shostakovich contiene muchos momentos de gran belleza y su puesto como una de las cimas del arte musical del siglo XX está asegurado en forma más firme que la de otros compositores, en su momento de gran acogida y que hoy poco a poco están siendo olvidados. (¿Quién se acordó de que este año es el centenario de Sibelius, en su momento uno de los creadores más interpretados en el mundo?). La calidad de Shostakovich la mostró el Cuarteto Carducci en su presentación y fue bueno tener la oportunidad de escuchar obras que puede que no sean maestras, pero que indudablemente tienen momentos que se acercan a la genialidad. Esto es algo que las hace merecedoras de este homenaje y es de elogiar que tuviera lugar esta ocasión que bien se puede llamar única, porque no creo que se repita pronto.
