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Sobre el humor en la música

Manuel Drezner

24 de enero de 2024 - 09:05 p. m.

El nombre de P. D. Q. Bach a muchos aficionados a la música los hace sonreír. La razón es que este “hijo olvidado” de Bach fue una brillante creación de un compositor llamado Peter Schikele para introducir elementos de humor en la que habitualmente se cree demasiado seria música clásica. Peter Schikele acaba de morir y con él desaparece uno de los más notables ejemplos de humor musical. Tuvo tanta aceptación que los mismos Les Luthiers reconocieron que P. D. Q. Bach fue una influencia básica en sus creaciones, tanto que el nombre Mastropiero, usado frecuentemente por los argentinos, fue un homenaje a Peter.

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La imaginación de este hizo que un narrador deportivo narrara como si fuera una partida deportiva una interpretación de una sinfonía de Beethoven, que se representara una ópera llamada “El rapto de Fígaro” y que se usaran instrumentos exóticos como la flauta-timbal. Las sonrisas en el mundo de la música, con el retiro de Les Luthiers y la muerte de Schikele y su alter ego P. D. Q. Bach, desaparecerán y se echarán de menos.

Claro que habrá puristas que digan que la música clásica es algo demasiado serio como para introducirle humor, pero olvidan que el mismo Mozart compuso “Una broma musical” para mostrar cómo sería un concierto por músicos campesinos, que Haydn introdujo unos fuertes acordes en una sinfonía, supuestamente para despertar a quienes se hubieran dormido, y que Ricardo Strauss dedicó todo un ciclo de canciones para satirizar a su editor.

También se echa de menos a Gerard Hoffnung, un músico inglés que hacía festivales con obras como un oratorio para celebrar el matrimonio de la hija de Drácula con el hijo del monstruo de Frankenstein, o un concierto para aspiradora y brilladora. Fue, sin duda, un predecesor de P. D. Q. Bach, pero otro brillante ejemplo de cómo hasta a la más seria música clásica nunca le sobra y siempre se le puede introducir un elemento de humor.

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