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El inesperado concierto de Angel Blue, una soprano que está catalogada entre las más importantes dentro del arte lírico de nuestros tiempos, quien reemplazó a última hora a otro cantante anunciado previamente, sin duda fue una ganancia para los melófilos ya que se trata de una artista de una voz de gran hermosura, de una técnica impecable y, además, una intérprete de alta categoría que sabe imprimir a lo que canta un sello convincente. En su presentación en el Teatro Santo Domingo, el público la aplaudió con entusiasmo. El acompañamiento con la Filarmónica de Bogotá, dirigida por Joachim Gustafson —que en adición tocó una serie de selecciones orquestales de varias óperas—, estuvo a la altura y el total fue un concierto agradable, donde además la cantante transmitió un notable calor humano, hasta el punto de incluso dar el escenario a una prometedora soprano colombiana llamada Eliana Osorio, con quien cantó en dúo una selección de Puccini.
Fue la ocasión para presentar la programación del Teatro para este año, la cual contiene mucho de atractivo y sobre esta se escribirá en otra ocasión, pero vale decir que, como se conmemora el décimo quinto aniversario de la inauguración de este centro cultural, han echado la casa por la ventana.
Vale la pena, a propósito del concierto, recordar la vieja discusión sobre si aún tienen vigencia estos programas basados en trozos de ópera interpretados fuera de contexto. En últimas, esto más que ocasión netamente musical, sirve para mostrar —como sucedió en este concierto— las capacidades y técnicas de la cantante. La polémica sigue en el aire, pero yo estaría inclinado por estar de parte de quienes preferirían otro tipo de programación. Claro que todo va en gustos, y como dice el viejo dicho, entre ellos no hay disgustos.
