Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta política.

“Tristán e Isolda”, en Bogotá

Manuel Drezner

09 de octubre de 2016 - 09:00 p. m.

Uno de los más esperados eventos musicales del año, el estreno de Tristán e Isolda de Wagner en el Teatro Santo Domingo, mostró con sutileza las bellezas del drama wagneriano.

PUBLICIDAD

Uno de los más esperados eventos musicales del año, el estreno de Tristán e Isolda de Wagner en el Teatro Santo Domingo, estuvo a la altura de las expectativas, y la versión que nos dio la Ópera de Hamburgo, bajo la dirección del ilustre Kent Nagano, mostró con sutileza las bellezas del drama wagneriano, en una interpretación que tuvo la virtud adicional de contar con muy buenos cantantes. Además, Nagano supo manejar la orquesta en forma tal que en ningún momento ésta ahogó a los solistas, que se oyeron claramente por encima del volumen que al acompañamiento dio el compositor. Hubo momentos que, sin exageraciones tropicales, se pueden considerar como inolvidables, tales como la escena del delirio de Tristán (cantada por el tenor Robert Dean Smith) en el tercer acto, con la exuberancia que le supieron dar a continuación a la llegada de Isolda, un momento operático para atesorar. La Isolda de Ricarda Merbeth tuvo igualmente momentos de gran sutileza y con gran facilidad supo dar cuenta de su difícil papel. La Branguena de Lioba Braun fue igualmente expresiva y Werner van Mechelen nos dio excelentes momentos como Kurwenal. Como se ve, desde el punto de vista musical fue una versión que puede catalogarse como de primera categoría.

Tengo reservas sobre el montaje escénico, una reposición por Petra Müller del montaje original de Ruth Berghaus. Es cierto que en la esencia se siguió lo que Wagner quería, sin esas extravagancias que algunos directores escénicos incorporan para mostrar que ellos saben más que los creadores. Pero uno notó que en esta concepción no hay contacto entre los personajes. Cuando Tristán e Isolda toman el elíxir de amor y caen en su mortal apasionamiento, Tristán simplemente se va a pasear al fondo del escenario. En el dúo de amor del segundo acto, en ningún momento se miraron o abrazaron sino que simplemente quedaron parados ahí, como si estuvieran en un concierto. A la llegada de Isolda al final, ni siquiera mira el cadáver de su amado, sino que, dándole la espalda, canta su despedida final. En esta versión, Isolda no muere y así deja en misterio el futuro de ella. Igualmente hubo algunos momentos inexplicables, como el extraño juego de los marineros con unas sillas de playa, cuyo simbolismo, si es que lo había, no pude entender. La muerte de Kurwenal y de Melot no tuvo lógica. Es lástima que una versión tan brillante musicalmente tuvo este montaje que, si bien no ofendió, tampoco contribuyó al resultado final.

Read more!

Pero lo anterior no son sino detalles. Lo cierto es que fue un espectáculo de gran dignidad, de alta calidad musical y que nuevamente confirma que el nombre de Nagano puede contarse entre los de los directores importantes de nuestros tiempos.

Conoce más

Temas recomendados:

Ver todas las noticias
Read more!
Read more!
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta  política.