Es muy interesante que en las celebraciones que se hicieron en forma reciente de los sesenta años de la televisión colombiana, todo parece haberse concentrado en los últimos cincuenta y se olvidan de los primeros diez, que fueron no sólo la base de lo que hay hoy sino quizá los más fructíferos que tuvo nuestra televisión.
Por haber sido parte de esos años iniciales (y haber sido completamente ignorado en las celebraciones), creo que no sobra emitir no sólo mi voz de protesta sino también recordar esos primeros tiempos. Antes que todo debo decir que los primeros años de la TV transcurrieron bajo un signo desafortunado. Por tratarse de una iniciativa del mandatario general Rojas Pinilla, la prensa y los medios decidieron ignorar que la TV existía. Si uno revisa las colecciones de periódicos de ese entonces nota que sólo ocasionalmente la televisión colombiana fue mencionada, y cuando lo hacían era únicamente para criticarla negativamente.
Pero es bueno recordar que en esa televisión no se presentaban telenovelas sobre capos del narcotráfico sino grandes obras maestras del teatro universal y que directores como Fausto Cabrera, Bernardo Romero y Eduardo Cuitiño, entre otras cosas, competíamos por dar a conocer al público en versiones muy decentes lo que los dramaturgos importantes de ayer y de hoy habían creado. El público pudo conocer así toda una gama que iba desde Molière y Shakespeare hasta Arthur Miller y O’Neill. Muchos de los actores importantes del movimiento teatral colombiano surgieron de esas presentaciones.
Había programas educativos de gran importancia, entre los cuales es bueno recordar el de Uribe White, que sería una honra para cualquier canal de televisión aún en nuestros días, así el presentador fuera atacado porque no hacía concesiones. Quería que el espectador subiera a su nivel y se negaba a rebajarse a los niveles más ínfimos, como es la costumbre de ahora. Hubo programas musicales que incluían lo folclórico y lo clásico, con conjuntos propios, y hasta una pequeña sinfónica y una compañía de zarzuela. Igualmente había crítica de arte por expositores ilustres y lo que la gente alcanzó a conocer en esa época no ha tenido paralelo posterior.
Por eso creo que hubiera sido de justicia que quienes conmemoraron el aniversario de la TV (e incluyo al canal institucional, que hubiera debido saber mejor) hubieran recordado esos primeros diez años que fueron olvidados en forma absurda.