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Con lleno a reventar se presentó en el Teatro Mayor Julio Mario Santo Domingo la famosa orquesta inglesa de San Martín de los Campos, dirigida por Joshua Bell. Se trata de una de las agrupaciones más importantes en su género en el mundo, ya que está compuesta por artistas distinguidos que presentan música en versiones auténticas. Por ejemplo, la Séptima Sinfonía de Beethoven, que figuró en el programa, es usualmente interpretada por orquestas de 80 y más músicos. Pero en tiempos del compositor las orquestas eran de más o menos 40 músicos, como la que se comenta, y como los instrumentos de viento son constantes, la disminución se hacía en las cuerdas, o sea que era un equilibrio sonoro diferente al que estamos acostumbrados. Como la tocó esta orquesta es como la hubiera tocado Beethoven.
El director, que es también violinista famoso, cuando no es solista dirige mientras también toca desde el primer atril. Él interpretó el Concierto para violín de Tchaikovsky en versión donde mostró lo que puede hacer un virtuoso con esta obra. Bell es propietario de un Stradivarius cotizado en nada menos que cuatro millones de dólares y alterna sus actividades con la orquesta como solista solicitado por las principales salas del mundo. Quienes vieron la película El violín rojo recordarán que la música de esa cinta fue interpretada por Bell. Él también fue partícipe de un experimento en Washington, donde vestido con jeans y una gorra de béisbol comenzó a tocar sin darse a conocer en una estación del metro de esa ciudad. Solo una persona lo pudo reconocer en esa facha y los usuarios del metro pasaban junto a él, uno de los violinistas más importantes del planeta, con indiferencia. Algunos le dieron limosna y recolectó en la hora que estuvo en esa comedia poco más de 30 dólares.
