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Un estreno de Brahms

Manuel Drezner

16 de abril de 2012 - 05:19 p. m.

Esta semana por fin será tocada en Londres una Hoja de álbum para piano de Brahms, que fue descubierta hace algún tiempo.

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No podía faltar la polémica alrededor de este descubrimiento, ya que el director Christopher Hogwood afirmó haber sido quien hizo el descubrimiento e inmediatamente saltaron cantidad de personas que afirmaron que no, que se trataba de un autógrafo anónimo que se iba a subastar y que el experto de la casa de subastas la identificó como obra desconocida del compositor alemán. Todo lo anterior mucho antes de que Hogwood revelara al mundo la existencia de la pieza. Es más, dicen, tan pronto el pianista Craig Sheppard se informó de la existencia de la obra se apresuró, todavía el año pasado, a incluirla en un concierto en Alemania. Y no sólo esto: en la página de internet Youtube se encuentra una grabación del concierto de Sheppard con la obra en referencia. Y, oh desilusión, al oírla se da uno cuenta de que a pesar de lo grande que fue Brahms, esta obrilla más que menor no va a agregar un ápice a la fama de Brahms, o sea que toda la discusión es la clásica tormenta en un vaso de agua.

Esta banal anécdota entonces se agrega a la cantidad de obras de grandes compositores que a cada rato ‘descubren’. Esto sucedió con la piecilla de Mozart que con bombos y timbales anunciaron no hace mucho; con la sinfonía de Grieg que resultó algo de lo cual el músico noruego se quiso olvidar, con razón; con la apócrifa Décima sinfonía de Beethoven, y tantas otras piezas similares que acaban siendo en algunos casos obras banales y en otros engaños claros. Esto sucedió, por ejemplo, con una tal Sinfonía Jena, de Beethoven, que resultó ser de otro músico, o con la Sinfonía 37 de Mozart, que resultó de otro y a la cual Mozart todo lo que hizo fue una breve introducción. Igualmente hay engaños claros como el del Concierto Adelaida, dizque de Mozart, que engañó a ingenuos e ignorantes mucho tiempo después de que ya se había sabido quién fue su verdadero creador, o las numerosas piecillas que el violinista Fritz Kreisler atribuyó a toda clase de músicos de ayer. Unas sonatas de Scarlatti desconocidas, igualmente resultaron no ser de Scarlatti

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La verdad es que es muy raro que una obra realmente maestra, sea de compositor conocido o no, se haya perdido y nadie sepa que existió hasta que alguno anuncie su redescubrimiento. Esas cosas simplemente no pasan y el recital en Londres, donde se dará a conocer en esa ciudad la obrilla de Brahms, tendrá que ser catalogado como curiosidad y no como histórico suceso musical.

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