Un festival Gershwin

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Manuel Drezner
19 de enero de 2017 - 03:00 a. m.
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Es muy interesante el anuncio acerca de un festival dedicado a la música de George Gershwin, de quien este año se cumplen ochenta de su fallecimiento.

Muchos consideran a Gershwin uno de los músicos más talentosos en la historia del arte, por su facilidad melódica, por la forma como con una voz propia supo cruzar el puente entre lo clásico y lo popular y por haber sido el compositor de una ópera, Porgy and Bess, que aunque fue un fracaso en su estreno, hoy forma parte del repertorio como obra lírica importante.

Cuando el zar ruso y los sacerdotes ortodoxos ordenaron que un tercio de la población judía del país debía convertirse, que el otro tercio debía salir de Rusia y a los demás había que dejarlos morir de hambre, los padres del músico emigraron y George Gershwin (1898-1937) nació al poco tiempo en Brooklyn. Ellos compraron un piano para su hermano Israel (apodado Ira y que habría de convertirse en autor de las letras de las canciones de Gershwin), pero quien comenzó a usarlo y nunca lo dejó fue George. A los quince años se ganaba la vida como pianista en los almacenes de partituras de Nueva York, y allí comenzó a componer sus primeras canciones, que tuvieron gran éxito y lo coronaron como uno de los reyes de la canción popular. Pero Gershwin aspiraba a entrar al mundo de la música clásica, que quería combinar con su conocimiento de lo popular. Cuando Paul Whiteman hizo el primer concierto de jazz que se presentaba en una venerable sala de conciertos neoyorquina, pidió a Gershwin que creara una composición orquestal, que fue la Rhapsody in Blue (que la traducen macarrónicamente como Rapsodia en azul, cuando la palabra se refiere no al color sino a un estado de ánimo), que lo lanzó al mundo de lo clásico.

Gershwin quiso profundizar más y pidió a Schonberg y a Ravel que le dieran clases, pero el primero se negó diciendo que era preferible un buen Gershwin que un mal Schonberg, y Ravel lo instó no sólo a que siguiera en su línea, sino que adoptó en algunas de sus obras el idioma del jazz que había conocido por Gershwin. Dicen que cuando le pidió lecciones a Ravel, éste le preguntó cuánto ganaba, y cuando le dijo, el francés opinó que era Gershwin quien debía darle lecciones a él. Un estudio de un diario inglés determinó que, basado en las regalías que recibía, Gershwin fue el compositor más rico de todos los tiempos.

Gershwin compuso al lado de sus obras populares otras como el concierto para piano, Un americano en París y la mencionada Porgy and Bess, que según muchos críticos fue música que rompía todas las barreras conocidas hasta ese entonces. Tenía planes para más música, pero un tumor inoperable en el cerebro acortó su vida y murió a la edad de 38 años.

Su herencia será explorada en ese festival que reafirma lo importante que fue Gershwin como compositor, así muchos pedantes nieguen el valor del músico en el campo de lo clásico.

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