La Máquina del Circo, que se presentó en el Teatro Santo Domingo, es un espectáculo divertido, acrobático y lleno de tomaduras de pelo, que se combinan con toda clase de números de malabares y hasta momentos de farsa con un intermedio de desnudismo espectacular.
Todo esto lo hacen los cinco miembros del conjunto, quienes, acompañados por un percusionista, pasan de espectaculares trucos acrobáticos a impresionantes y cómicas travesuras. Esta es una concepción novedosa del circo, uno de los espectáculos más atractivos y antiguos dentro de la historia de las artes escénicas, al que los miembros de este conjunto agregan toda clase de posibilidades para lograr algo entretenido y al alcance de todos los públicos, desde el infantil hasta el de maduros como yo. Todo esto se adivina desde el mismo principio, donde se ve la extravagante máquina a la que alude al nombre de la agrupación, algo hecho de toda clase de cachivaches, viejos andamios y trampolines en las que hacen sus espectaculares hazañas de acrobacia.
Durante la hora y media que dura el espectáculo, lo más notable es la manera como sus intérpretes parecen gozar de este tanto como el público. En un momento, uno de ellos monta en una bicicleta de todas las maneras posibles menos la normal y sus compañeros lo rodean aplaudiendo con la misma gana que la audiencia. La verdad es que hay momentos en que uno se recuerda del surrealismo artístico, ya que lo que hacen estos talentosos artistas va más allá de la misma realidad. Y todo, como ya se dijo, acompañado de un humor sano que se transmite a quien está viendo este agradable momento escénico. Ya el circo ha cambiado y en este espectáculo se ven los rumbos que adoptará.