Escucha este artículo
Audio generado con IA de Google
0:00
/
0:00
Unos estudios publicados recientemente en respetables revistas científicas dan cuenta de un fenómeno que preocupa a los médicos.
Se trata del incremento de pérdida auditiva cada vez mayor, en especial en jóvenes y menores de treinta años. Y no es una pérdida pequeña: los resultados de esos estudios muestran que casi la mitad del universo estudiado a duras penas percibe frecuencias mayores de los cuatro mil hertzios, o sea que su audición estaría severamente limitada. Igualmente, dicen los estudios, casi un diez por ciento de esa población tiene severas limitaciones de audición hasta el punto de que puede considerarse sordas a esas personas. Lo más interesante es que una buena parte de quienes tienen esos problemas son o músicos profesionales o amantes de la música. La causa la atribuyen a los volúmenes exagerados a que se acostumbra a escuchar música, que sobrepasan los límites de seguridad auditiva. Cuando se oye música a un volumen mayor de 75 decibeles por más de cuatro horas, se ha comprobado que hay daño permanente en el oído, y si se tiene en cuenta que muchas veces hay orquestas que tocan con volúmenes de 100 y más decibeles y que hay equipos de sonido que son usados a su máximo volumen en forma permanente, es fácil explicarse los resultados de sordera mencionados. Como son muchos los músicos y las orquestas que tienen la creencia de que mientras más duro toquen los apreciarán más, la tendencia parece que será irreversible y que las próximas generaciones serán de sordos. De hecho, eso se ha reflejado igualmente en otra estadística complementaria y es el aumento progresivo de ventas de audífonos para sordos, que han alcanzado niveles impresionantes.
Hay cínicos que dicen que esa sordera no importa. Con la moda de bajar de internet música comprimida y sin las frecuencias altas que dan lo que se llamaba sonido de alta fidelidad, de todas maneras los sordos mencionados no necesitan oír más de lo que están oyendo. De hecho, después de que por años los ingenieros de sonido trataron de reproducir un sonido más fiel cada vez, ahora la fidelidad no parece importar y, de hecho, la calidad de sonido que se consigue hoy día es casi equivalente a la de antiguos discos de 78 revoluciones.
Es bueno que se hagan esos estudios y que la gente comience a tomar precauciones para no acabar con la capacidad de oír. Quienes dicen que de todas formas Beethoven era sordo se están engañando a sí mismos y olvidan los sufrimientos que tuvo el músico, que en últimas ensordeció sin poder evitarlo y no como sucede hoy día, que la sordera, si se toman precauciones, no ocurrirá.
