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Estados Unidos tenía difícil mantener la hegemonía global que tuvo durante el último siglo. China lo cuadruplica en habitantes y, tras varias décadas de un boyante crecimiento económico, apuntaba a competirle la plaza. Pero Estados Unidos tenía de su lado liderar enormes alianzas tejidas por décadas con buena parte del resto del mundo, incluido nuestro hemisferio y Europa occidental. En pocos meses, al volcarse sobre sí mismo, asumir una actitud tremendamente hostil frente a sus vecinos, abandonar la cooperación internacional y ahora al imponerle de forma unilateral aranceles al resto del mundo, ha dejado de ser un socio confiable y por tanto habrá de librar esa lucha por la hegemonía en solitario.
La perderá. Los países acostumbrados a depender de Estados Unidos —desde Europa en lo militar hasta los países en desarrollo en sus programas sociales— están dando los pasos para suplir los vacíos que dejó en su huida. Europa se rearmará y lo hará primordialmente con proveedores en sus territorios. Los mejores talentos que durante décadas fueron absorbidos por el sueño americano buscarán proyectos de vida en otras latitudes. La comunidad científica, por ejemplo, la establecida y la que está en formación, está buscando rumbos menos azarosos para su libertad de expresión, de entrada y salida del país si son extranjeros, de cátedra, de métodos y temas de investigación.
El análisis que ha tomado fuerza en Colombia tras el reporte de la ridícula tabla tarifaria de Trump es que nos fue bien, que solo nos pusieron aranceles del 10 %, mucho menores al de otros países, y que eso de hecho representa una oportunidad para ocupar los mercados de los mayores damnificados con las nuevas restricciones. Casi parece leerse como una gran noticia.
Esa interpretación luce miope en el contexto descrito. Por un lado, porque faltan las repuestas de muchos países y las negociaciones que se abrirán. Pero sobre todo porque el fondo del asunto es que Estados Unidos dejó de ser un socio confiable. En cualquier momento, ese celebrado 10 % se duplicará o triplicará al son de una pataleta presidencial. Haría bien Colombia en unir esfuerzos con América Latina para responder de manera conjunta a la decisión unilateral del norte. Esta pelea es mejor afrontarla en compañía. La respuesta correcta no parece ser quedarse sin responder celebrando el 10 %. Al otro lado de la mesa hay un personaje al que le gusta torcer brazos y si no ve reacción los torcerá un poco más.
Por las mismas razones, el sector privado colombiano también necesita sacudirse. Las empresas con alta dependencia del mercado de Estados Unidos deben invertir en diversificación. Tener fuertes lazos comerciales con Estados Unidos era hasta hace poco una fortaleza, pero ahora es y será una vulnerabilidad.
Y para los bancos centrales de la región también hay preguntas sobre cómo reaccionar. Por ejemplo, el colombiano tiene el 85 % de los US$63.000 millones de reservas internacionales invertidos en esa moneda. Habrá que pensar si eso es óptimo desde le punto de vista financiero y estratégico desde la óptica geopolítica.
@mahofste
