Ese mes no será uno cualquiera en los libros de historia colombiana. Tras un año de pandemia y de encierros que no cesaban, con las vacunas que apenas empezaban a llegar, con la educación presencial proscrita, con el antecedente de las manifestaciones de finales de 2019 que se habían interrumpido por las fiestas de fin de año y por el inicio de la crisis sanitaria, solo se necesitaba un fósforo para iniciar el incendio nacional. Una reforma tributaria propuesta por el gobierno—uno que en su propio encierro y gobernando a través de eternos programas de televisión en vivo, había perdido el sentido de realidad—se encargó de iniciar la hoguera.
Los libros de historia dirán que los acontecimientos de ese mes le abrieron las puertas de la presidencia a Gustavo Petro que logró soplar las llamaradas para chamuscar a sus rivales políticos. Pero en ese mes, más allá de acontecimientos políticos, se pusieron en marcha varios engranajes que han movido la economía colombiana hacia una situación compleja. Investigadores del propio Banco de la República argumentan que los largos y generalizados bloqueos que comenzaron en abril de 2021 despertaron la inflación colombiana que, dos años más tarde, sigue en dos dígitos y que de acuerdo a las proyecciones del propio Banco solo volvería al rango objetivo a finales del 2024.
Los mercados financieros empezaron a ver con sospecha la capacidad de nuestra sociedad de lograr una coherencia entre sus exigencias y la financiación del Estado. El gobierno colombiano que solía pagar tasas de interés por su deuda en dólares un par de puntos porcentuales por debajo de las tasas de América Latina ha perdido más de tres cuartas partes de ese diferencial. En la tasa que paga por deuda local, aun descontando los efectos de la inflación, también ha habido una escalada.
La prima de riesgo—también relativa a la de América Latina—era nula a comienzos de 2021, es decir Colombia era percibida de manera neutral bajo esa métrica frente a sus pares regionales. Tras el estallido social esa métrica inició una subida que alcanzó su culmen a finales del año pasado. A pesar de la reciente mejora en ese indicador hoy en día permanece cerca de 1.5% por encima de la región. En tasa de cambio ocurre algo similar. Desde aquel mes el peso ha perdido 25% de su valor frente al dólar estadounidense. Esto contrasta con los datos de Chile que perdió 13% o de Brasil y México que de hecho se fortalecieron frente al dólar.
Sigue a El Espectador en WhatsAppClaro, se podrá argumentar que el hecho de que esos eventos hayan sucedido tras el incendio nacional no significa que este lo haya causado. Tendrían razón. Ese debate acompañará a los libros de historia en ese capítulo candente de abril de 2021. Pero la interpretación que argumenta que al soplar esas llamaradas Petro no solo chamuscó a sus rivales, sino que prendió brasas sobre las que el país y su propio gobierno ahora caminan descalzos, deberá ser considerada seriamente.
@mahofste