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Desglobalización


Marc Hofstetter

14 de diciembre de 2024 - 12:05 a. m.
“Deberíamos estar fortaleciendo nuestros bloques regionales (...) pero en ese frente llevamos años de retrocesos”: Marc Hofstetter
Foto: EFE - Mohammed Badra

En pocas semanas empezará el segundo mandato de Trump. Sus promesas de campaña prometen alejarnos del mundo multilateral que se construyó tras la Segunda Guerra Mundial. En el frente comercial, por ejemplo, ha amenazado a sus principales socios —China, Europa, Canadá y México— con sendas dosis de aranceles. A las empresas locales que tienen operaciones de producción en el exterior también les tiene el rejo extendido. El planeta, que se había movido hacia una circulación más libre de los bienes, servicios e inversión a través de muchos tratados y la adhesión de muchos países a la Organización Mundial de Comercio, podría estar ad portas de un fuerte freno a esa tendencia.

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Este es un momento en que los países pequeños como el nuestro deberían estar pensando en estrategias para mitigar los riesgos de esas decisiones y aprovechar las oportunidades que representan.

Por un lado, deberíamos estar fortaleciendo nuestros bloques regionales, que nos permitirían afrontar la entrada a esa batalla arropados y arropando a nuestros pares. Pero en ese frente llevamos años de retrocesos. Le acabamos de ponerles aranceles a algunos productos a Brasil, el presidente colombiano no se habla con el peruano y se insulta con el argentino, se consolidó una dictadura en Venezuela, que hará que esa relación se mueva entre el pragmatismo que requiere una frontera común tan extensa con el dolor de barriga de estar relacionado con un usurpador del poder. El frente común latinoamericano está atrapado en las pequeñeces de sus gobernantes, en lugar de tener el fuelle estatal que debería regir las relaciones. Por ese lado, entraremos al campo de batalla cada uno por su lado.

El segundo frente en el que deberíamos estar trabajando de manera muy activa es en el de pescar en ese río revuelto de las inversiones extranjeras. Las peleas de gigantes harán que muchas inversiones busquen relocalizarse en destinos que no sean presa de esas batallas. Por ejemplo, empresas de Estados Unidos o Europa con operaciones en China y viceversa buscarán destinos atractivos para su producción. Colombia tiene una ubicación geográfica estupenda para atraer la producción de muchos de esos bienes y una mano de obra con costos todavía competitivos. Pero para conquistar esas inversiones deberíamos tener varios atractivos que no tenemos y que luce poco probable tener en el corto plazo.

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El primero, la seguridad. Hemos presenciado un deterioro notable en ese frente relativo a nuestros pares. El segundo son los altos impuestos a las empresas de nuestro régimen tributario. Si bien el Gobierno propuso en su ley de financiamiento una senda decreciente en el futuro de las tarifas corporativas, esa promesa es incumplible si no se acompaña de una fuente alternativa de recursos que no estamos discutiendo. Y el tercero son las permanentes diatribas antiempresariales en los pronunciamientos del presidente.

Total, no vamos a entrar muy bien equipados al mundo de la desglobalización, que lleva unos años calentando motores y cuya carrera quizá se lance a comienzos de 2025.

X: @mahofste

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