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La pequeña aldea de economistas con doctorado, como toda aldea, tiene mucha idiosincrasia. Pero así mismo, como toda aldea, da pistas y atisbos de lo que pasa en el mundo.
En el argot de esta aldea, cuando alguno de sus miembros busca empleo, se dice que va “al mercado”. La analogía con una plaza de mercado es adecuada: allí se encuentran todos los aldeanos que buscan trabajo con todas aquellas instituciones con vacantes afinadas a ese perfil. Ese mercado es global y su principal plaza para ese encuentro entre los aldeanos y las vacantes ha sido la de Estados Unidos. Los resultados recientes de esa plaza de mercado hablan de un cambio drástico. La demanda por ese capital humano en Estados Unidos ha colapsado. Las vacantes allí publicitadas este año han caído más de 40% relativas a las que había hace una década—cayeron a un nivel solo comparable al que hubo durante la pandemia. Sumo a ese dato una anécdota: los premios nobel de economía Duflo y Banerjee, antiguos migrantes con talentos excepcionales, tras una cuarto de siglo trabajando en MIT en Estados Unidos, anunciaron esta semana que se irán a Suiza.
¿Qué puede explicar estos eventos? Una porción significativa de los aldeanos recién graduados suele buscar plazas profesorales en universidades, especialmente en Estados Unidos. En ese país, esos profesores dictan clases a cohortes que se nutren de miles de estudiantes que migran del resto del mundo. Sin embargo, esa migración estudiantil a Estados Unidos cayó 20% en un solo año. La vieja idea del sueño americano no calza para muchos profesores y estudiantes con una narrativa antiinmigración, con militarizaciones de las ciudades, redadas y la advertencia a quien entre al país de abstenerse de emitir opiniones que puedan contradecir las del poder ejecutivo.
Estas fichas de la aldea van formando un rompecabezas sobre lo que ocurre en Estados Unidos: el colapso de las vacantes para investigadores, la caída en la demanda de estudiantes extranjeros, la marcha de talentos captados hace décadas hablan de un país cuyo liderazgo en la innovación irá declinando. Aparecerán otros jugadores buscando ser el destino de esos talentos; los países que jueguen bien sus cartas y atraigan a los que ya no se sienten seducidos por el destino que antes era el natural, serán los innovadores del futuro, la casa de las mejores universidades, el hogar de los profesores más talentosos y a donde querrán ir muchos jóvenes del mundo a formarse.
Ya hay atisbos de cómo se podrá decantar ese proceso. Por ejemplo, en los ránquines de QS, que clasifican a las universidades a nivel global, hace una década había una sola universidad china entre las 50 mejores del mundo. En el último reporte conocido hace pocos días, ya tenían cinco universidades en ese podio. Hay una ventana de oportunidad también para las universidades de países como el nuestro para ofrecerle proyectos de vida a ese talento global. Para aprovecharla se requiere de una visión estratégica del gobierno que en Colombia no veo por ahora: ni en el ministerio de Educación ni en el de Ciencias hay una visión en esa dirección. Y en mi aldea, la de economía, que quizás sea un buen ejemplo de lo que ocurre en otras áreas, la mejor universidad pública del país—La Nacional—nunca va “al mercado“ para buscar sus nuevos profesores. Sin ir al mercado no habrá compras. X: @mahofste
