Escucha este artículo
Audio generado con IA de Google
0:00
/
0:00
En octubre de 2023, en este mismo espacio, comencé una columna con una premisa que había lanzado por esos días el exministro Mauricio Cárdenas: el Gobierno colombiano, acorralado por la mala situación económica, la baja popularidad y una ideología que dificultaba los acuerdos pragmáticos, sacrificaría la estabilidad fiscal en 2024 y no cumpliría los límites del gasto público que establece la regla fiscal colombiana. La columna se tituló “¿Chao regla fiscal?”. La terminaba afirmando que sin estabilidad fiscal “hasta la última de las causas nobles por las que lucha el Estado sufriría retrocesos”.
Y aquí estamos, 16 meses después, haciendo un análisis forense de la estabilidad fiscal. Para todos, menos para el Gobierno, está claro que la regla fiscal se violó, y por un trecho largo. El reciente reporte del comité encargado de vigilar las cuentas fiscales es claro: el Gobierno tuvo un exceso de déficit por un monto cercano a los $26 billones. El Gobierno argumenta que si contabilizáramos esos $26 billones como si hubieran sido un gasto extraordinario, la regla se cumplió. Curiosamente, el Gobierno puede determinar la manera en que se contabilizan esos gastos, como si un estudiante que perdió un examen pudiera decidir que las preguntas que respondió mal no cuenten para la nota.
El hecho concreto es que el Gobierno devolvió la deuda relativa a los niveles de la pandemia y que para 2025 —palabras del Comité otra vez— los pagos de intereses se llevarán un tercio de todo el recaudo, casi un 5 % del PIB, cifra récord desde que tenemos datos de este rubro. Una manera de entender la magnitud del dato es la siguiente: de cada 20 días de actividad económica de todos los colombianos, un día completo se irá a pagar los intereses de la deuda.
¿Cómo llegamos a semejante puerto? Hay dos interpretaciones posibles. La primera, la que lanzaba Cárdenas hace 16 meses, una en la que este destino era un objetivo, que tirar por la borda la estabilidad fiscal permitiría gastar a dos manos para intentar recuperar gobernabilidad y favorabilidad pintando la fachada al debe. La segunda, una enorme incompetencia que llevó al equipo a sobreestimar los ingresos y subestimar los gastos de manera grosera. Pero los oídos sordos que hizo desde el comienzo el equipo económico a revisar sus estimativos, las advertencias ignoradas sobre sobre lo poco plausibles que resultaban los cálculos sugieren que Cárdenas estaba en lo correcto.
El 2025 apunta a una segunda temporada de la misma serie. El comunicado del CARF advierte que el recaudo será $34 billones inferior al que estima el Gobierno, y que para cumplir con los límites legales habría que hacer un ajuste por $46 billones. Están de nuevo advertidos. La paradoja es que la bola de nieve fiscal le cayó encima al propio Gobierno: este año, ante la abultadísima cuenta de intereses que alimentaron, no habrá plata para pintar la fachada.
X: @mahofste
