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Por pan y leche

Marc Hofstetter

22 de abril de 2023 - 09:00 p. m.

Entré a un almacén de cadena en Bogotá buscando pan y leche. Había en el establecimiento un grupo numeroso de niños que habían salido de un colegio cercano. No estaban comprando brownies, no. Escogían de un enorme escarparte sus vapeadores favoritos. Hablaban de fútbol. Algunos estaban ataviados con camisetas de equipos del fútbol colombiano. Resaltaba en estas la publicidad de varias casas de apuestas en línea.

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Los vapeadores, dice la narrativa de sus productores, fueron introducidos como una alternativa posiblemente menos dañina para los adultos fumadores tradicionales, incluso con la promesa (falsa) de que les ayudarían a dejar de fumar. Pero esos niños son consumidores nuevos. Los vapeadores no fueron su puerta de salida del tabaco tradicional sino de entrada al consumo de esta y de otras sustancias. Esos dispositivos se colaron por las rendijas de la regulación de los cigarrillos tradicionales para conquistar nuevos clientes, incluidos los menores de edad, y eludir las normas que ya habían calado con los cigarrillos tradicionales: por ejemplo, en Colombia nadie fumaría un cigarrillo de combustión en un restaurante, un bus, un salón de clase o un concierto, pero no es extraño ver gente desenfundar sus vapeadores en esos espacios. Es hora de activar los exitosos aprendizajes de las últimas décadas que han permitido reducir a la mitad el porcentaje de la población colombiana que fuma cigarrillos a diario: impuestos altos a su consumo, prohibición de expendio a menores de edad, restricciones a su publicidad y exhibición, prohibición de su consumo en espacios públicos cerrados.

El segundo elemento llamativo del encuentro en el almacén de marras con los niños es la publicidad de casas de apuestas en sus atuendos. Se ha vuelto paisaje cotidiano el bombardeo publicitario de casas de apuestas en medios, eventos y uniformes de varios equipos deportivos profesionales. Incluso la liga de fútbol profesional colombiano lleva el nombre de una casa de apuestas. En muchas de las principales ligas del mundo esa publicidad está prohibida. En España, por ejemplo, esos logos ya no pueden hacer parte de las camisetas y, de hecho, solo está permitida la publicidad en medios de estas actividades entre la 1 y las 5 de la mañana. El Reino Unido, que hospeda la principal liga de fútbol del mundo, acaba de aprobar la prohibición de esos patrocinios en las camisetas de los equipos. Estamos en mora de movernos en esa dirección: el reciente crecimiento del sector de apuestas lo ha llevado en Colombia a tener una relevancia en el total de la actividad económica nacional similar al de la ganadería y superior al de la refinación de petróleos. Hay evidencia que sugiere que el salto del sector coincidió con la pandemia. El aporte económico del sector y los impuestos que paga, contrasta con el riesgo sobre la salud mental de sus participantes. No se trata de regresar a sociedades puritanas con juegos de azar prohibidos. Pero ciertamente, como con el tabaco, su publicidad debería estar proscrita y fuera del alcance de los niños.

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Dándome prisa logré llegar con el pan y la leche a la caja antes de que el combo infantil con su publicidad andante de casas de apuestas y sus vapeadores en mano, lo hiciera. Los niños seguían hablando de fútbol.

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Twitter: @mahofste

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