ALGO NO ESTÁ BIEN EN EL INSTITUto Colombiano de Bienestar Familiar. El 14 de junio pasado murió Julyeth Xiomara, una bebecita de 18 meses, en el hospital Simón Bolívar.
Fue brutalmente torturada y aparentemente violada por su padre. Un crimen repugnante, pero también una muerte anunciada. Esta bebé, a los seis meses de nacida, entró al ICBF acompañada de un hermanito, con medida de protección. Después de once meses, la defensora de familia asignada por el ICBF los devolvió a sus padres, a pesar de que el equipo de psicólogos y trabajadores sociales recomendaron no hacerlo. La madre salía a trabajar. El padre, de 18 años, matón con antecedentes judiciales de hurto y violación carnal a los 14 años —cosa que el ICBF debía conocer— se quedaba en casa. Razones sobradas para no devolver la bebé a sus padres.
En marzo, siete días después de que el ICBF la entregara de nuevo a sus padres, la niña regresa al hospital con señales de una enfermedad respiratoria y maltrato. En junio la madre vuelve a llevar a Julyeth al hospital con signos de malnutrición y, finalmente, entre ires y venires, es hospitalizada por la gravedad de su condición en el Simón Bolívar y al día siguiente muere. Me pregunto: ¿por qué la defensora del caso no estaba haciéndole seguimiento a este asunto? ¿Cómo puede aportar algo decente a unos niños una madre posiblemente amenazada por el compañero y un padre depravado que quemaba a su hija, le pegaba, la descalabraba, la mordía? De los golpes se le desprendió el colon, pero él le embutía comida. Todo este asunto macabro terminó en la muerte de Julyeth.
Supimos de este horror porque en la televisión salió que al tipo lo iban a linchar los del barrio. Ahora: ¿cuántos casos más se han mantenido silenciados? ¿Cuánta negligencia existirá dentro de esa paquidérmica burocracia del ICBF? ¿Cuántos defensores de familia ineptos y sin criterio hay arrogándose el derecho de decidir sobre la vida de los niños? La propia directora del ICBF afirma que muchos padres maltratadores reinciden en su conducta. ¿Por qué les devuelven a los niños?
Hay muchos culpables en este asunto: el padre, por supuesto. La madre, los vecinos del barrio y los parientes que se daban cuenta de todo pero no decían nada. Los hospitales e instituciones adonde llegó Julyeth con síntomas de maltrato y no lo reportaron. La defensora de familia del ICBF, que no acató la recomendación del equipo evaluador. Sólo el día que estalló el escándalo, el ICBF puso en funcionamiento un teléfono de emergencia para informar sobre abusos de menores.
El interés superior del niño es una política de Estado, por eso es necesario que se haga una investigación al ICBF, y que el ICBF también haga, a su vez, una autocrítica del funcionamiento de su sistema de protección de menores, porque devuelve niños maltratados a hogares donde sus padres los siguen torturando. Falla imperdonable tratándose de la vida de los niños.
Como está consagrado en la Constitución: los derechos de los niños deben prevalecer sobre los demás.
