LAS CONSULTAS INTERNAS PASADAS para escoger candidato presidencial del Polo y del Partido Liberal fueron lánguidas, pero no desesperanzadoras.
Quedaron Gustavo Petro y Rafael Pardo. Ahora viene un camino en que se irán formando coaliciones para derrotar todas las maniobras de Uribe, ya sea para perpetuarse en el poder o para poner su títere. Las coaliciones deben sellarse bajo conceptos programáticos compartidos, escrutando bien los problemas del país, buscando el bien común, controlando la corrupción, pensando en cómo equilibrar este país incendiado en agresividad y odio después de ocho años de Uribe.
Por otro lado, Mockus, Lucho y Peñalosa entraron al Partido Verde y desde allí buscarán para las elecciones parlamentarias poner gente nueva, sin prontuario, en el Congreso. Ellos pueden hacer una plataforma programática basada en la convicción de que la vida es sagrada, con sentido social y con cultura ciudadana. Está Sergio Fajardo, independiente, sin maquinarias, sin discursos veintejulieros, dándose a conocer en el país. También está Germán Vargas, político del seno del uribismo, que no quiere la segunda reelección de Uribe. El Partido Conservador hasta ahora no se ha pronunciado con candidato único. Y de los partidos del gobierno hay uno que otro candidato arrinconado esperando la señal de largada del jefe. En este país hay gente a la que no le gusta la izquierda vestida de clientelismo, pero también hay mucha gente a la que intrínsecamente no le gusta la derecha, autoritaria y déspota. Por eso, si se presenta un candidato de centro, decente, que esté de acuerdo con que en Colombia hay que conciliar y hacer la paz; que tenga buenas dosis de equilibrio y sensatez para acabar con los odios, la corrupción y los inmensos problemas sociales, ese candidato movería gente. No se necesita que alce bebés, que bese a todo el mundo y que prometa recursos a manos llenas, porque aquí se confunde carisma con populismo. Es muy pronto para saber si Rafael Pardo va a ser este candidato, porque además de trabajarle a la candidatura única dentro de las coaliciones, tiene que manejar los egos de sus copartidarios. Juan Manuel Santos, con lo malosito que es, dice que Pardo no es un buen candidato, que no va a arrancar y que no lo hizo bien en el Ministerio de Defensa. ¿Lo dirá porque no invadió a Ecuador? Rafael es un hombre inteligente y conciliador, y por eso podrá hacer un trabajo serio para enfrentar a Uribe o a su títere.
Hay que promover y apoyar a los candidatos honorables. Y aunque las encuestas digan lo contrario, la gente que no está “comiendo del gobierno” no está contenta. Por eso, si hay un buen abanico de candidatos y se escoge a uno de ellos para enfrentarse a Uribe o a su títere, hay que dejar la inercia abstencionista a un lado y salir a votar. Eso sería un buen comienzo para curar a nuestra democracia apaleada por el mismo gobierno.
Nota: En la columna pasada escribí Corte Constitucional queriendo decir Corte Suprema.