América Vergonzante

Marcos Peckel
02 de agosto de 2017 - 02:47 p. m.

América debe andar con la cabeza gacha, algo tapada, para ocultar la lacerante vergüenza que produce el haber sido testigo inerte de la violentización de Venezuela, que lleva años fraguándose y que finalmente culminó el pasado domingo con la usurpación total del Estado por parte de la caterva chavista, los militares corrompidos y el régimen cubano. 
Las declaraciones de última hora de un puñado de países del continente, incluido Colombia, de que no reconocerán a la Asamblea Nacional Constituyente (ANC), aparecen como “muy poco, muy tarde”.
La desidia continental frente al sistemático asalto a la democracia es en parte  responsable del cataclismo venezolano. Protegido por los Lula, los Kirchner y sus similares, Chávez demolía las libertades en Venezuela una a una, comenzando por la prensa.

Sin embargo, como se trata de un régimen “de izquierda”, es aceptable en círculos intelectuales y políticos imbuidos de altas dosis de arrogancia, soberbia e hipocresía. Loable la gesta quijotesca de Luis Almagro, secretario general de la OEA, quien heredó de su antecesor una organización servil y arrodillada ante el chavismo. A Unasur y Celac, embelecos lulo-chavistas creados para proteger al socialismo del siglo XXI, se les debe desconectar del sistema de respiración artificial y lanzarlos a una fosa común.

Los gobernantes de las islas del Caribe cuya población es mayoritariamente descendiente de esclavos deben explicar por qué son hoy esclavos del petróleo venezolano vendiendo “por un plato de lentejas” los valores de libertad y justicia.

Tabaré Vázquez, presidente de Uruguay, debe mirarse al espejo y preguntarse por qué ha seguido, hasta ahora, aguantando a Maduro en Mercosur, en contravía de sus socios y de los valores del más democrático país del continente.

La administración Obama, cuyo legado en política exterior es lastimoso, le hizo el juego a Maduro a través de una política de apaciguamiento, enviando repetidamente a su negociador Tom Shanon a pasear a Miraflores. Donald Trump queda con pocas cartas para influir en Venezuela y cualquier cosa que haga puede terminar fortaleciendo a la dictadura.

América tiene una lección que aprender de África, continente al que siempre menospreciamos. Cuando el expresidente de Gambia Yahya Jammeh pretendió desconocer los resultados electorales que le daban el poder a su rival Adama Barrow, la Unión Africana intervino en defensa de la democracia, incluso advirtiendo de posible uso de la fuerza, dando a entender a Jammeh que “se iba o lo iban”. Se fue.

Los valientes esfuerzos del bravo pueblo se estrellaron contra las armas asesinas del régimen.  La espuria constituyente comenzará a deliberar sobre el cadáver de la Asamblea Nacional elegida en 2015 y a menos que el monolito chavismo, militares, Cuba se fracture, es dudoso que las tardías y melifluas medidas internacionales que se anuncian logren detenerla. Los esbirros de la Sebin  ya se llevaron a López y Ledezma a las mazmorras, cuota inicial de lo que viene. Oscura noche se cierne sobre la patria de Bolívar. 

 

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