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De Canadá para el mundo

Marcos Peckel

09 de febrero de 2022 - 12:01 a. m.

No es común que un país como Canadá, con sus necesidades básicas resueltas, altísimo nivel de vida, índice de desarrollo humano entre los primeros del planeta, magneto de emigrantes de todas las latitudes, protagonismo en organismos multilaterales exclusivos, aparezca en los titulares por una protesta masiva que ha bloqueado por días su durmiente ciudad capital.  Dos años de pandemia bajo severas restricciones, movilidad limitada, fronteras internacionales cerradas, exigencia de vacunación contra el COVID en lugares públicos, uso de tapabocas, aforos, cierres de negocios y demás le pasan factura a un país que valora sobremanera las libertades individuales.

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A comienzos de enero tractomulas provenientes de varias provincias convergieron en Ottawa a protestar contra la exigencia de vacunas contra el COVID19 en los cruces fronterizos, entre Canadá y Estados Unidos. Dos de estos, bloqueados por los manifestantes. Como es tradicional en este tipo de protestas, nuevas reivindicaciones surgieron, entre otras, la persistente alienación contra el gobierno central por parte de las provincias occidentales del país, posturas antiemigrantes, rechazo a las imposiciones por el COVID y frustración con el gobernante partido liberal. Miles de personas han apoyado a los camioneros con donaciones en dinero que suman millones de dólares, aunque la plataforma “GoFundMe” bloqueó la entrega de los fondos, y llevándoles comida y abrigo para soportar el gélido invierno capitalino. En una rara acción en este país, Ottawa declaró el “estado de emergencia” ante la incapacidad de la policía local de controlar desmanes, aunque no ha habido incidentes violentos, ni saqueos, ni destrucción de propiedad privada.

En el fondo radica el debate que arrecia alrededor del planeta, en las democracias principalmente, entre el derecho individual a no vacunarse y la salud colectiva que requiere de la inmunización contra el COVID19. Grupos antivacunas cada vez más vociferantes han encontrado en la protesta canadiense un elixir para continuar su campaña.

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Un ingrediente no del todo sorpresivo que ha surgido en este episodio es el gran apoyo que están recibiendo los camioneros de organizaciones de extrema derecha de Canadá, Estados Unidos y países europeos. Emblemas y banderas nazis han aparecido en las calles de Ottawa, el hashtag “#FreedomConvoy” tiene millones de publicaciones y un grupo de Facebook recientemente abierto de apoyo a las protestas sobrepasa los 700 mil seguidores según reporta el New York Times. Prominentes funcionarios de la administración Trump y grupos como Qannon y otros figuran entre los que se han movilizado a favor de los camioneros canadienses. Similares movimientos se organizan en Estados Unidos.

Hasta ahora ninguna de las partes ha cedido y a los residentes de Ottawa les ha tocado soportar el pitar de los camiones día y noche, mientras que sus negocios languidecen en medio del bloqueo. Una guerra de desgaste en que el gobierno le juega a que los camioneros se cansen, varios se han enfermado de COVID, otros han regresado y un fallo de la justicia les prohibió seguir pitando. La fiesta parece estarse acabando.

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