Publicidad

Desbarajuste manito

Marcos Peckel
14 de diciembre de 2022 - 05:02 a. m.

Hace ya años que la política exterior de los países ha dejado de ser, si es que alguna vez lo fue, de Estado, para ser de gobierno, especialmente en posturas diplomáticas frente a diversos temas de la agenda global. El fenómeno es más evidente en sociedades polarizadas y Estados con democracias frágiles, condiciones ambas presentes en nuestra América. Hasta en Brasil con su afamado Itamarati ha sido evidente el abismo en política exterior entre Lula y Bolsonaro, defenestrando la manida expresión de “política exterior de Estado, no de gobierno”.

Donde quizás había habido cierta coherencia en la política exterior, no sin excepciones, era México, con su doctrina Estrada de no intervención en asuntos de otros Estados. Durante la pasada administración de Enrique Peña Nieto, la participación azteca en el fenecido Grupo de Lima en defensa de la democracia en Venezuela trascendió quizá las posturas mexicanas tradicionales.

Sin embargo, bajo la presidencia de Andrés Manuel López Obrador (AMLO), la política exterior mexicana ha dado un salto al vacío, estrellándose ya varias veces contra las paredes del abismo. Una política exterior de declaraciones destempladas, acusaciones al aire y fracasos multilaterales, de un presidente que no viaja, no asiste a cumbres e ideologizó la política exterior, abandonando los tradicionales cánones que infundían respeto a México por parte de la comunidad internacional.

Mas allá de los avatares confrontacionales o subyugados de las relaciones de AMLO con Estados Unidos, de lejos las más importantes para México en todos los aspectos (comercial, migratorio, energético, seguridad, financiero), son las posturas de AMLO frente a América Latina las que revelan la incoherencia y el desastre de una política exterior que pareciera salir de las “tripas” de un presidente, además enredado en su agenda interna.

Sus fracasos multilaterales se apilan uno encima del otro. Tras el fallido llamado a boicotear la Cumbre de las Américas en Los Ángeles, los candidatos mexicanos a encabezar la Organización Panamericana de la Salud y el BID no congregaron apoyo alguno. El pronunciamiento de AMLO denunciando la elección del brasileño Goldfajn a la presidencia del BID parece el lamento de alguien que no aceptó su propio fracaso. Hasta en los nombramientos diplomáticos, AMLO ha abandonado al respetable Servicio Exterior Mexicano, llegando al punto de que su amigo designado embajador en Panamá fue rechazado por el gobierno del istmo por “acosador”.

Mientras AMLO apoya la no injerencia contra las dictaduras de Venezuela, Cuba y Nicaragua, interviene de manera procaz denunciando sin pruebas el proceso judicial en Argentina contra Cristina Fernández y apoyando únicamente por ser de “izquierda” a un presidente golpista, Pedro Castillo, cuya maniobra desesperada culminó en su destitución por parte del Congreso con base en el artículo 133 de la Constitución peruana. Con sus bandazos, improvisaciones y declaraciones a diestra y siniestra, AMLO pareciera querer fungir como líder de la nueva izquierda latinoamericana quizás antes de que Lula asuma el 1.° de enero y le haga sombra.

👀🌎📄 ¿Ya se enteró de las últimas noticias en el mundo? Le invitamos a verlas en El Espectador.

 

Sin comentarios aún. Suscribete e inicia la conversación
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta política.
Aceptar