Publicidad

Despelote

Marcos Peckel
13 de julio de 2022 - 05:45 a. m.

La palabreja de marras se aplica al estado actual del mundo, cuya imagen más descarnada fue la toma del palacio presidencial en Sri Lanka por parte de una muchedumbre de miles de manifestantes que protestaban por la carencia de productos básicos, incluidos medicinas, alimentos y gasolina, ni más ni menos.

Inflación desbordada en todo el mundo, producto de los subsidios y estímulos de pandemia creados por los gobiernos para mitigar su efecto, lo que en términos prácticos fue “imprimir billetes” y que ahora pasa su costosa factura. Economías recalentadas una de cuyas paradojas es empleo completo en las economías más desarrolladas y una severa escasez de mano de obra, especialmente en el sector servicios. El dólar americano, demostrando su preeminencia, cuando algunos ya le habían aplicado los santos óleos, volviendo a ser el refugio seguro ante la incertidumbre económica y financiera, ocasionando devaluación de todas las monedas. Millones de refugiados escapando de los países más pobres, buscando llegar a los más ricos, cuyas puertas están cerradas.

La brutal agresión de Rusia a Ucrania trae consigo remembranzas de 1939, y es un indicativo del final del orden mundial surgido tras el final de la Guerra Fría. Entramos a un período de gran incertidumbre geopolítica. Cuando se asumía que las guerras entre Estados eran cosa del pasado, el mundo es testigo de que ya no es así, abriendo escusas para agresiones similares. ¿China a Taiwán? Sorprendió a propios y extraños el resurgir de la Alianza Atlántica cuando pocos apostaban por ello, incluido quizás el mismo Putin.

El Consejo de Seguridad, encargado de la paz y seguridad, yace paralizado desde la guerra en Siria, sirve para muy poco y por su estructura es incapaz de enfrentar los desafíos actuales. El mundo westfaliano nacido hace 374 años, el de la soberanía, la no injerencia, hace agua.

La crisis energética producto de la guerra y las consiguientes sanciones a Rusia muestran la vulnerabilidad del mundo en ese frente, el motor de la economía mundial. Occidente está desesperado buscando fuentes alternativas de petróleo y gas tras renunciar a las importaciones de Rusia. Bienvenidos Venezuela, Catar y Arabia Saudita. En la coyuntura actual las energías verdes se erigen como críticas para el futuro, pero inanes en el presente. El algunos lugares la energía nuclear resucita como Lázaro. Despelote global.

El mundo se desliza hacia un multilateralismo de burbujas, una centrada alrededor de Occidente, en la cual habitan democracias liberales, respetuosas del actual orden mundial, y otra anclada por China y una disminuida Rusia, en la que tiranías y dictadorzuelos tropicales encuentran solaz. El grado de cooperación o enfrentamiento entre esas burbujas dependerá de cómo evolucionan las relaciones entre Washington y Beijing.

A todas esas, América Latina no es ajena al despelote, saliendo apenas de la pandemia y sus estragos, entrando a una zona de turbulencia política, económica y social, en países que no han concluido los conflictos identitarios, debatiendo sobre el significado de su historia, pagando facturas históricas y como constante, geopolíticamente desintegrada.

👀🌎📄 ¿Ya se enteró de las últimas noticias en el mundo? Le invitamos a verlas en El Espectador.

 

Sin comentarios aún. Suscribete e inicia la conversación
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta política.
Aceptar