Kazajistán sí importa

Marcos Peckel
12 de enero de 2022 - 05:03 a. m.

Quedan dudas acerca de la estabilidad del país y las cicatrices y efectos que deje la llegada, así sea temporal, de tropas rusas.

Por estos lados de trópico conocíamos a Kazajistán quizás por su escuadra de ciclismo, el Astana, o por el cosmódromo de Baikonur, de donde despegan al espacio las naves espaciales rusas. Se trata del noveno país más grande del mundo, sin costas, rico en petróleo y gas, con una escasa población de 18 millones. Una sociedad tribal que hizo parte del gran imperio mongol de Gengis Khan y sus sucesores, uno de los cuales, Tamerlán, se convirtió al islam y desde entonces la gran mayoría de la población profesa la fe musulmana.

Tras ires y venires en su historia, Kazajistán se convirtió en 1936 en una de las repúblicas soviéticas de la región del Turkestán, junto con Uzbekistán, Tayikistán, Turkmenistán y Kirguistán. Con la implosión de la Unión Soviética en 1991, estas repúblicas declararon su independencia y desde entonces fueron gobernadas por autócratas, miembros del entonces partido comunista de la URSS.

Kazajistán ha permanecido como una de las repúblicas exsoviéticas más cercanas al Kremlin, lo que se refleja entre otras por las 28 veces que Vladimir Putin ha visitado el país. Por otro lado, China constituye su principal socio comercial y primer país donde se implantó la iniciativa china de “Belt and Road”. La relación de Kazajistán con Washington ha sido igualmente estrecha; considerable cooperación militar, empresas americanas extrayendo el petróleo y diálogo político fluido entre las dos capitales. Kazajistán hace parte de los organismos de integración regional promovidos por Rusia y China en su competencia por influencia en la región y ha participado en numerosos ejercicios militares de la OTAN. Ese “billar a tres bandas”, le ha permitido al país mantenerse estable, sin que se le cuestione su pobre récord en derechos humanos y que haya experimentado un significativo crecimiento económico desde su independencia.

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Los recientes disturbios, reprimido a sangre y fuego por el presidente Tokayev, tienen tanto de largo como de ancho. Aunque comenzaron en una pequeña ciudad por el alzo en el precio de los combustibles, pronto se expandieron a todo el país por causas diversas y sin liderazgo definido. En este episodio salieron a la palestra una vieja lucha de clanes y tribus, conflictos familiares, ansias de mayores libertades por parte de sectores urbanos, una confrontación entre el anterior y primer presidente de país, Nursultana Nazrbayev y su sucesor Tokayev y fracturas al interior del régimen.

La rápida intervención de Rusia en el marco del “tratado de seguridad colectiva”, es muy diciente de la ansiedad del Kremlin con su vecino, en el que residen 4 millones de rusos y con el que comparte una frontera de más de siete mil kilómetros. En Rusia hay sectores que promueven la anexión de las partes de Kazajistán habitadas por rusos.

En la superficie la situación parece estar bajo control. Sin embargo, quedan dudas acerca de la estabilidad del país y las cicatrices y efectos que deje la llegada, así sea temporal, de tropas rusas. En la turbulenta geopolítica actual, Kazajistán sí pesa.

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Luis(02904)13 de enero de 2022 - 02:15 a. m.
Buen artículo
Atenas(06773)12 de enero de 2022 - 02:40 p. m.
Interesante ilustración sobre una región de trajinar oscuro, dónde perviven con sumo recelo entre todos pese a su historia milenaria, otro claro ejemplo de q' los humanos siempre hemos sido cual Caín y Abel.
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