Pasó de ser durante sus primeras tres décadas la Suiza del mediterráneo y del mundo árabe a convertirse en una de las “Somalias” de ambos. La República del Líbano, que obtuvo su independencia en 1943 del mandato francés, se inventó un esquema de convivencia multiconfesional conocido como el Pacto Nacional Libanes (PNL) a través del cual los distintos colectivos religiosos se repartían el poder, quedando la presidencia en manos de un cristiano maronita, la jefatura del gobierno en un musulmán sunita, la presidencia del parlamento en un musulmán shiita, y el comando de las fuerzas armadas en un druso. Ese mismo esquema, que perpetua las élites a través de clientelismo y corrupción, subsiste con leves modificaciones hasta del día de hoy, excepto que ya no hay Estado, colapsado bajo el yugo de las plagas que han azotado el país.
A comienzos de los años 70 del siglo pasado el PNL hizo agua, el país cayó en una cruenta guerra civil, inicialmente cristianos contra musulmanes, posteriormente todos contra todos con el agravante de la participación del lado de los musulmanes de las milicias palestinas que habían llegado el país expulsadas de Jordania en 1970. Siria invadió en 1976 para evitar la aniquilación de los cristianos e Israel en 1982 para expulsar a la OLP que desde el sur la atacaba.
La guerra civil concluyó en 1989 con el país en ruinas ratificando el PNL, Israel se retiró del sur del Líbano en 2000 y Siria en 2005 tras el asesinato del popular primer ministro Rafik Harari del cual se culpa a la misma Siria y a Hezbollah.
Hezbollah, milicia shiita entrenada, armada y financiada por Irán, se ha convertido en la principal plaga que ha destruido al Estado libanés y aunque se presenta como representante de la población shiita en Líbano, un tercio del total, responde únicamente a los dictados de Teherán con absoluto desdén por la población libanesa. Ya en 2006 Hezbollah, cumpliendo órdenes, de Teherán inició una cruenta guerra con Israel, país con el que Líbano no mantiene ningún diferendo fronterizo ni de ningún otro tipo. Hezbollah, un Estado dentro del Estado, mantiene un poder militar mucho mayor que el limitado ejército nacional del Líbano a pesar de dos resoluciones del Consejo de Seguridad, 1559 y 1701, que ordenan su desarme.
Desde el pasado 7 de octubre, tras la masacre de Hamás en Israel y la subsiguiente guerra en Gaza, Hezbollah ha atacado diariamente, sin provocación alguna a Israel, con misiles y drones causando que las poblaciones del norte de Israel hayan tenido que ser evacuadas. En las últimas semanas los ataques se han intensificado a pesar de los ingentes esfuerzos diplomáticos por evitar una conflagración de consecuencias fatales que además podría incluir a Irán directamente y a sus proxis en Siria e Irak. Políticos libaneses de diferentes partidos declaran que no pueden evitar que Hezbollah comience una guerra si así los decide.
Israel ha sido el país agredido desde Líbano y tiene derecho a la legítima defensa. Es de esperar que la diplomacia se imponga y la guerra se evite. Hezbollah y sus másteres en Irán están dispuestos a sacrificar hasta el último libanés y a destruir todo el Líbano para avanzar sus designios de dominación regional uno de los cuales, como lo han repetido una y otra vez, es la destrucción del Estado Judío.
📧 📬🎥 El próximo mes tendremos al aire En foco, el newsletter de la sección de video de El Espectador. En este espacio podrán encontrar el resumen de todos nuestros contenidos multimedia: documentales, entrevistas, pódcasts y formatos como La Pulla, El Meollo, Claroscuro, entre otros. Si desea suscribirse, puede ingresar a este enlace y dejarnos sus datos.
📧 📬 🌍 Semana a semana tendremos un resumen de las noticias que nos harán sentir que No es el fin del mundo. Si desea inscribirse y recibir todos los lunes nuestro newsletter, puede hacerlo en el siguiente enlace.
👀🌎📄 ¿Ya se enteró de las últimas noticias en el mundo? Invitamos a verlas en El Espectador.
Si le interesan los temas internacionales, quiere opinar sobre nuestro contenido o recibir más información, escríbanos al correo mmedina@elespectador.com o aosorio@elespectador.com